El cristiano del siglo XXI será místico o no será. KARL RAHNER El contacto con las criaturas humanas nos es dado por medio del sentido de presencia. El contacto con Dios nos es dado por medio del sentido de ausencia. Comparada con esta ausencia,
Según los griegos, el hombre es un animal provisto de la palabra, un zõon lógon éjon. Nuestro mundo llega hasta donde alcanza el lenguaje, conocemos la realidad envuelta en las significaciones y estas preceden a la palabra (Heidegger). La música, la danza, la poesía, así como lo es el silencio son modos de habla, por lo tanto, forman un lenguaje. Porque el mundo significativo, es a la vez palabra discursiva y presencia silenciosa. No hablamos del silencio como simple ausencia de lenguaje, nos referimos a esas señales del interior del alma de una actitud espiritual o de un estado de ánimo.
Desde el confinamiento, son muchas las palabras y también los silencios que recibimos, pero la lectura de un libro es el mejor remedio para estos tiempos turbulentos, dan cuerpo a la riqueza de la experiencia humana y verbalizan la búsqueda del sentido más allá de nuestras soledades. El amor a la lectura y al libro, es una de las formas más hermosas de crecimiento interior. Leer no es acumular datos, sino interpretar la realidad y, todos aquellos mundos posibles que nos puedan interpelar y dar sentido a nuestra existencia. Los libros contribuyen a unir a la humanidad en una sola familia, compartiendo un pasado, una historia y un patrimonio, para forjar un destino común donde todas las voces sean escuchadas en el gran coro de las aspiraciones humanas (Audrey Azoulay).
Desde esta "Posada del Silencio", queremos recomendar un libro de Mística: "Mística y humanismo", de Juan Martín Velasco. Ha sido uno de los mejores teólogos de su generación, recientemente nos ha dejado, gran especialista en filosofía y fenomenología de la religión, así como en el fenómeno místico, con una gran profundidad espiritual. El autor era consiente de la actualidad del fenómeno místico en tiempos de eclipse cultural y social de Dios y del fenómeno religioso, ya que hay sed de una experiencia espiritual en un mundo instalado en la inmanencia y que olvida y reprime la dimensión más profunda del ser humano.
En medio de la Noche oscura del COVID-19, de incertidumbres y miedos, de ruptura de muchas seguridades, debemos aprender que solo podemos sostener nuestra vida en Dios. Leer un libro de mística en estos tiempos de secularización y nihilismo es una osadía, pero los libros como las personas llegan en los momentos necesarios. Muchos lectores necesitamos libros que nos cuestionen y nos eleven de nuestras cotidianidades y que nos ayuden no solo a conocer la realidad, sino a reconfigurar nuestra existencia.
En lo transitorio de nuestra realidad, nos damos cuenta de la necesidad de Dios, donde muchas cosas se vuelven vacías y necesitamos de un mayor anhelo de infinito. Esa querencia de misterio se despliega aún más en todo aquello para lo que el hombre ha vivido, creado, amado y padecido. En la esfera de la interioridad, en el hombre interior, se consume toda la realidad del mundo (Martín Velasco), es allí donde el hombre es ese ser capaz de vivir y morir en Dios.
Karl Rahner, uno de los grandes teólogos del Concilio Vaticano II, comentaba que el cristiano del siglo XXI tenía que ser místico para que su religiosidad tuviera sentido en estos tiempos que estamos viviendo. Sugería la necesidad que el hombre actual tiene de espiritualizarse, no como un "fuga mundi" o una vuelta a la mitología, sino como una verdadera propuesta de presente y de futuro para todo buscador de lo divino. Lo espiritual parece el paso lógico del desarrollo de la humanidad, no solo desplegar la inteligencia racional y emocional, también la espiritual. Esta es la que hace que el ser humano se trascienda, encuentre sentido de lo sagrado y tenga comportamientos virtuosos, que son exclusivamente humanos, como el perdón, la gratitud o la compasión (Robert Cloninger).
Martín Velasco nos propone en su libro que la mística es la clave para la verdad y la autenticidad de la religión en unos momentos de crisis religiosa y eclipse de Dios. Los místicos son los grandes expertos en el misterio de Dios, cuya experiencia no ha sido acumular conocimientos, sino que han aprendido a sentir su presencia, reduciendo a cenizas todas sus representaciones e imágenes de esa Presencia. El místico, como buscador de Dios, ha tenido que realizar el doble trabajo de purificación y vaciamiento. Deja atrás codicias, objetivos y ruidos que impiden abandonarse al Silencio. Más allá del ego, en la vasta llanura de su ser desde el silencio, el místico atisba ese gran Silencio, sintiendo que existió desde siempre.
Se trata entonces de practicar un absoluto desasimiento de la voluntad de nuestro cuerpo, de nuestros vicios, de nuestras virtudes, para encontrar la infinitud que nos habita y nos excede. Para dejar sitio a Dios, el yo debe borrarse y desaparecer. El alma debe vaciarse incluso de las imágenes de la divinidad hasta desnudarse a sí misma para alcanzar a Dios. La ascesis del cuerpo y del espíritu para llegar al conocimiento de Dios, supone también un camino hacia el interior, hay que viajar hasta el fondo más profundo de nuestra alma.
La realización mística es la realización efectiva del milagro de existir recibiendo plenamente la plenitud de Dios, hacer de la propia vida la experiencia permanente de aceptarse a sí mismo como don de Dios. Exta experiencia ensancha el corazón a la medida de una sin medida de Dios, tomando parte activa de esa corriente de ser y de amor que le origina. Esta forma de existencia origina la aceptación de Dios, rompiendo esa oposición pervertida entre el hombre y Dios, queriendo ser por sí mismo Dios. Esta experiencia mística y espiritual, rompe esa idea de un Dios dominador del hombre, incompatible con su dignidad y libertad.
El libro se divide en cinco capítulos, que reproducen el contenido de las diez lecciones que su autor impartió en el marco de la VIII Aula «Joan Maragall», en marzo de 2004. Comienza el primer capítulo, analizando la situación de la religiosidad actual, para mostrar la enorme actualidad de la mística. Continúa en un segundo capítulo, realizando una fenomenología del hecho místico, analizando el significado de la palabra. En un tercer capítulo, el autor quiere situar el elemento místico en el conjunto del fenómeno religioso, formando parte del hecho religioso, con lo que todas las religiones son de alguna manera místicas. Después, aborda la relación entre mística y el ser humano.
Por último, muestra la figura de Dag Hammarskjöld, extraordinariamente significativa y característica de nuestro tiempo, donde ha vivido su condición de místico en perfecta consonancia con el espíritu del siglo XX. Su obra "Confesiones", puede ser considerada uno de los textos místicos más característicos de la situación espiritual del "otoño" de la Modernidad, en palabras de Martín Velasco. El libro contiene el tesoro del pensamiento que ha alimentado a nuestros padres, y la dignidad del hombre. Leerlo hoy día, es ofrecerse una llama de amor viva contra la desolación del presente.
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