Ahora que gran parte de nuestra atención y preocupación está en la evolución de la pandemia del coronavirus, quizás sea útil desplazar esta atención hacia otro objetivo, más cotidiano, más masivo, no letal a corto plazo, pero portador de sufrimientos y de ineficacias difíciles de cuantificar: me refiero a lo que se podría denominar SÍNDROME DE TERROR, INSEGURIDADES E INDECISIÓN CRÓNICA.
Lo característico de este nuevo síndrome es que está compuesto tanto por síntomas mentales, como por una serie de conductas en el ámbito individual y social. Enumeremos los síntomas más importantes y frecuentes en estos trastornos mentales actuales:
- 1-En cuanto al malestar psíquico la mayoría de los que lo sufren tienen algún síntoma de ansiedad, de mayor o menor intensidad y frecuencia, así como problemas de control emocional. (Se dan pocos casos con síntomas depresivos manifiestos).
- 2-Su capacidad de atención y concentración es tan baja en estos sujetos que no son capaces de llevar a cabo múltiples tareas (que hasta ahora han sido consideradas de fácil ejecución): no pueden leer un libro, un periódico, un artículo, durante más de diez minutos. No pueden escuchar a su interlocutor ni siquiera más de cinco minutos, sin sufrir síntomas de inquietud y ansiedad generalizada. No son capaces de realizar ninguna tarea doméstica que conlleve una mínima concentración (por ejemplo un guiso) y que dure más de media hora.
- 3-La capacidad de decisión les ha disminuido hasta niveles alarmantes: no solo les cuesta decidir a quién votar en las pocas elecciones a las que son convocados, sino decidir un cambio de casa, una compra o un alquiler, el colegio de los hijos, o si sería mejor para él/ella separarse de su cónyuge, intentar cambiar a un trabajo mejor, o saber qué color de camisa prefieren. Ni que decir tiene que esta inseguridad en las decisiones les hace tener una serie de asuntos propios bloqueados largo tiempo, sin posibilidad de resolverlos. En las pequeñas decisiones sobre compra y consumo, siguen lo que la publicidad de televisión les marca.
- 4- Las personas que padecen este trastorno generalizado utilizan el móvil como un amuleto, más allá de su función de teléfono o de buscador de informaciones; las últimas estadísticas en nuestro país hablan de una media diaria de utilización del móvil o dispositivos afines, tanto en adultos como en jóvenes, de entre 4 y 6 horas diarias. Cuando no lo poseen (por olvido, robo, avería, etc.) se sienten desprotegidos, frágiles, a veces al borde del ataque de pánico.
- 5-Las expresiones de afecto en su vida de relación y la frecuencia e intensidad en su vida sexual disminuyen significativamente, en un movimiento inversamente proporcional a su sentimiento de "agobio" y de hiperactividad crónica que no disminuye por falta de resolución de los problemas.
- 6-En su sentimiento de desamparo y soledad les cuesta mucho pedir ayuda al especialista, al abogado, médico, psicólogo, consejero o amigo de confianza que podría ser un primer paso en el camino hacia la resolución de su malestar.
Finalmente, hay que admitir que este nuevo síndrome, que se expande velozmente por todas las naciones, tiene un pronóstico mucho más negativo que la mayoría de las enfermedades contagiosas, epidemias y pandemias cuyo desarrollo y cura la ciencia, en mayor o menor tiempo, siempre ha sido capaz de dominar.
Sin embargo, el síndrome descrito, siendo tan multidisciplinar y cambiante, tiene desgraciadamente una larga vida por delante, que va a ser un gran obstáculo, a la hora de enfrentarse con los graves problemas reales que actualmente tiene la humanidad.
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