Lilliam Moro leyendo en el Teatro Liceo de Salamanca, ante Elías, Salas, Fernández Labrador, Pérez y Barrera (Foto de José Amador Martín)
Magnífica poeta y mejor persona, si cabe, impregnada de un magma de generosidad extrema. Llilliam Moro vivió cuarenta años en España y ahora, desde hace dos lustros, lo hace en Miami. Hace unos 10 días le transmití el afecto de muchos poetas españoles y americanos, sabedores de su delicada salud.
Los poetas y escritores cubanos residentes en Miami y en otras ciudades de Estados Unidos, prepararon una tertulia para celebrar su obra poética y narrativa. Estaba prevista su presencia, pero la enfermedad le impidió estar con tanta gente que le quería demostrar su afecto y admiración. El acto se celebró el pasado viernes 21 de febrero en los salones del Miami Hispanic Cultural Arts Center, conducido por el periodista y escritor Luis de la Paz. En ella intervinieron varios de sus buenos amigos o comentaristas de los libros de poesía y novela que ha publicado. También se anunciaron las obras inéditas que están en proceso de publicación: la novela LAS REENCARNACIONES DE MAMÁ INÉS y el poemario ESE OLOR A DESPUÉS, bajo el sello de la recién inaugurada Ediciones Furtivas, establecida en Miami.
Aquí un video y una crónica del mismo:
https://m.youtube.com/watch?feature=share&v=uSpPpKU98W4
Llilliam Moro obtuvo el Premio Internacional de Poesía 'Pilar Fernández Labrador' y estuvo por aquí en 2017 para recoger dicho galardón y el pomario 'Contracorriente', editado por la Diputación de Salamanca.
Les dejo con un poema-radiografía que bien podemos adoptarlo todos. Está en su libro TABLA DE SALVACIÓN, editado en Madrid por Felipe Lázaro, su amigo, paisano y editor:
LOS CORAZONES DESBOCADOS
Hemos andado por la vida
comiéndonos el mundo,
haciendo fuego de los días
y fogatas con el calendario.
Nada teníamos, nada podíamos perder.
Sólo contaba el hoy.
Demasiado aspaviento.
El futuro llegó sin avisar,
y aquellas llamaradas
hoy son patéticos rescoldos volviéndose cenizas.
Las pocas certidumbres
se convirtieron en grandes ignorancias.
Sólo nos han quedado
montones de papeles, cartas amarillentas,
algún remordimiento
y muchas fotos en una caja de cartón.
Lilliam Moro, Alfredo Pérez Alencart y Jacqueline Alencar, en Ávila (foto de José Pulido)
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