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La atracción 
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Noticias positivas sobre el ser humano. 5.2.

La atracción 

Actualizado 21/02/2020
Félix López

Somos sexuados, no solo biológicamente, sino también afectivamente. Tres afectos sexuales que nos orientan y motivan: deseo, atracción y enamoramiento. La semana pasada dedicamos un texto al "deseo".

La atracción interpersonal supone el deseo, se caracteriza porque es la fijación o concreción del deseo en una persona, actividad o estímulo sexual. En la atracción siempre hay algo externo al propio deseo, sea una persona, objeto real o fantaseado, que se prefiere o selecciona, por su valor erótico, entre otras posibilidades. Una cosa es el hambre y otra las cosas que más gusta comer, si se me permite esta metáfora.

Implicando la atracción dos personas, es necesario contemplar dos aspectos: el grado en que cada persona se siente atractiva o no (autoimagen y autoestima) y el modelo atracción que tenernos de los demás.

Por otra parte, la atracción, como el deseo, a diferencia del enamoramiento, es un afecto sexual muy abierto, no necesariamente reducido a una sola persona. Nos atraen muchas personas.

Para los evolucionistas (centrados en la evolución de la especie), las mujeres son más selectivas en las relaciones sexuales, porque, con el posible embarazo y parto, su vida, además de correr riesgos, quedan muy "atada" a la crianza. Los hombres estarían más dispuestos al sexo ocasional, sin compromiso, para propagar sus genes lo más posible. Por eso su deseo sexual sería más explícito, su atracción más abierta y su disponibilidad para tener relaciones sin compromiso es mayor.

De los hombres atrae a las mujeres: que tengan recursos económicos, prestigio, sean atléticos y tengan salud. Y si es para casarse. que tengan capacidad de compromiso.

De las mujeres atraería a los hombres: que sean jóvenes, tengan salud, signos físicos de ser fecundas (mamas bien desarrolladas, cintura pequeña y caderas anchas) y con habilidades para la crianza. Rostro simétrico, labios carnoso y senos pronunciados que expresen y alimenten el deseo sexual.

Esta visión tan ancestral del deseo y la atracción sexual puede seguir teniendo un peso muy importante en las culturas en las que la mujer sigue atada al valor de la fecundidad y tiene pocos recursos; pero no tanto en las sociedades avanzadas, en las que muchas mujeres son autónomas en términos de recursos y en las que muchos varones y mujeres no tienen como valor prioritario la fecundidad. No son pocas las mujeres y los hombres que lo que buscan es una persona con la que gozar de la sexualidad, la intimidad y la compañía, es decir, una persona que aprecie el vivir bien (el bienestar como nuevo valor de referencia) y esté dotada para las relaciones interpersonales, sexuales y las afectivas.

Para otros autores, como los conductistas y los sociólogos, lo que nos atrae depende de los valores dominantes en cada cultura, sociedad o memento histórico. Es decir, aprendemos lo que debe considerarse bello, atractivo y lo más deseable sexualmente. La sociedad nos modula con una infinidad de medios desde el nacimiento La presión de los modelos dominantes de belleza es tan grande que algunas personas enferman gravemente por sentir que no se ajustan a estos modelos, o se gastan ingentes cantidades de dinero o de esfuerzo para acercarse ellos.

¿Cómo valora cada una de estas teorías? ¿Pueden ser ciertas, en parte, ambas?

Por lo que hace relación a nuestra cultura y al modelo occidental, cada vez más globalizado, el modelo dominante de belleza es hoy programado por las industrias de la cosmética, moda, fármacos, alimentación, etc.

Estos modelos de belleza dominantes en occidente van asociados a la juventud y a características corporales muy concretas. No parecerse a esos modelos jóvenes es perder valor sexual, erótico y estético. Con ello, perdemos el derecho a envejecer y a ser como somos, lo que hace que nos sintamos con la obligación de luchar denodadamente para no perder precio en el mercado de la seducción, dicho con una expresión conscientemente fuerte. La crítica a estos modelos es un tema central de la educación sexual.

El deseo y la atracción nos motivan para en encuentro sexual y pueden motivarnos la fecundidad y los vínculos amorosos que dan lugar a las familias. Y además, todo ello está premiado con un inmenso placer. ¿No le parece que somos afortunados?

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