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Estadísticamente muerta
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Estadísticamente muerta

Actualizado 28/12/2019
Fructuoso Mangas

Las cifras son especialmente mostrencas y no permiten rodeos ni juegos de cintura. En Salamanca son más los que mueren cada año que los que nacen y la cifra absoluta anda por el nivel de hace ochenta años cuando la población era la mitad y la gente joven había quedado herida o tocada por la guerra. Así no hay tierra que sobreviva, nos vamos comiendo el futuro cada año y estamos estadísticamente fuera. Y el dato de nacimientos y defunciones es uno más entre otros muchos que avalan y confirman el mismo resultado final. Por no hablar del futuro de la patata, del vacuno, del maíz, de la leche o de las pocas industrias que todavía nos quedan. Me imaginaba yo no hace mucho una Salamanca sin estudiantes, agotados los turistas portugueses y sin nuevos visitantes madrileños porque ya pasaron los que tenían que pasar y cada día gastando menos. Quizás el final del año trae consigo estos pensamientos oscuros.

Este fenómeno, increíble y dramático, de que una región quede como fuera de la crónica futura, despoblada y vaciada, ha sucedido muchas veces en la historia y se pueden situar en el actual mapa del mundo espacios, a veces enormemente amplios, en los que desapareció prácticamente la actividad humana, es decir, la cultura, la producción, la industria, el comercio, el cultivo y la ganadería, hasta casi la organización política, religiosa y comunal. Por eso en un nivel teórico el fenómeno es posible porque ya ha sucedido en otras épocas y en otros lugares. Pero eso no le quieta incredibilidad, es muy fuerte la cosa como para darlo por hecho en un futuro a medio plazo. No puede ser y además es imposible, se dice uno a sí mismo. Y creo que eso mismo se dicen a sí mismas las instituciones que nos gobiernan.

¿Imposible? De todas formas los expertos y gobernantes, que son sobre los que cae mayor responsabilidad, tendrían que despertar de sus rotaciones de poder, poner los pies en esta tierra, hacer prospecciones lo más objetivas posible a medio y largo plazo? y tomar las medidas necesarias si es que hay todavía tiempo para cambiar el futuro que ahora, con estos datos, parece inevitable. La historia ha conocido sociedades enteras y regiones concretas braceando penosa e inútilmente para alcanzar alguna baliza de reflotación o alguna orilla de supervivencia. Unas lo han logrado y otras no. Ahí está el reto.

Recuerdo aquel relato inmisericorde de Bertold Brecht, La Casa en Llamas, en el que los alegres y festivos supervivientes, sin conciencia de lo que estaba pasando, acaban de mala manera por falta de conciencia y de previsión. Y Brecht acertó en su pesimista profecía, pero esperemos que no se cumpla en nosotros, en las generaciones venideras. Y en este tema me siento un poco raro y con un presagio oscuro que quizás no corresponde a la realidad presente ni a la futura, pero los números cantan de tal forma que parecen inevitables en su caída. Y eso que vine un Año Nuevo?

En cualquier caso, cuando los ciudadanos nos volvemos más inconscientes y confiados ? me acuerdo de La ciudad Alegre y Confiada, de Benavente- como pasa en estos días que en que parecemos tirar la casa por la ventana y arrojamos al niño con la bañera y sin que podamos hacer otra cosa porque la supervivencia del montaje que tenemos exige ese desmadre para su propia supervivencia, es sano y humanamente higiénico denunciar esta gigantesca pescadilla que se consume mordiéndose ávidamente su inmensa cola? Hace poco escribía yo lo muchas veces repetido desde hace un tiempo, podemos vivir mejor con menos. Pero seguimos esperando un improbable milagro como quien espera a Godot inútilmente?

Es más que una Feria de Vanidades, sobrepasa el impacto de una Hoguera de las Vanidades, The Bonfire of the Vanities y mejor será no recordar aquella trágica en Florencia con el Savonarola de aquel febrero del año 1597. Debiéramos suspender la bancarrota y cambiar la dirección del viento que nos arrastra. Y repito que los poderes económicos y gobernantes son los que tienen que poner el cascabel a este gato de difícil gestión en los próximos cincuenta años. O que renuncien limpia y honestamente al cargo por si llegan otros que saben y pueden hacerlo. Casos de esto también ha habido, pocos pero alguno sí. Aunque esto viene de muy lejos, allá por el 1900 publicaba el Adelanto en su primera página a cuatro columnas un artículo-editorial titulado "Salamanca muerta" y hablaba de la Universidad cada día más recortada, la población empobrecida, la política desnortada y la economía sin salida, o sea "muerta". Aún pasarían 35 años para que Unamuno acuñara en aquel poema suyo la expresión "Corral de muertos".

Siento no poder ofrecer soluciones concretas con sus medios y sus plazos porque ni sé ni me han elegido para esto, pero como ciudadano muy de a pie, casi de a pie descalzo, digo que aquellos a quienes corresponda debieran despertar de los largos sueños de sus partidos y de sus repeticiones y de sus presupuestos de rutina y tomar las medidas que sean necesarias para lo que se elija como futuro. Es una especie de Brexit interno para encontrar eso, una salida con éxito. ¡Qué inteligentes y proféticas son a veces las palabras!

No sé cómo terminar el enredo de esta reflexión, pero en todo caso levanto acta de lo que me parece el final de una situación y del apremio que públicamente hago a poderosos de siempre y a gobernantes de turno a despertar del sopor político y a actuar con total honestidad y con la mayor lucidez que les sea posible. Y pronto, porque los números cantan y la estadística apremia.

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