En tiempos de Maricastaña los cumpleaños de las niñas y de los niños se celebraban en casa con una merienda a la que invitaban a sus amigas y amigos, jugando después todas y todos juntas y juntos en la calle, si hacía buen tiempo, o en casa hasta que las madres y padres de cada una o uno iban a recogerlos.
Con la el paso de los años la celebración del cumpleaños de la niña o del niño cambió y cómo a la calle no podían salir a jugar por si les pasaba algún percance, y en casa se aburrían hasta de ver la televisión, las madres y padres optaron por llevarlos y llevarlas a ver una película infantil a una sala de cine después de la merienda.
Fue entonces cuando las cadenas de hamburgueserías americanas, que están al plato y a las tajadas (si les parece exagerada la apreciación díganme un restaurante donde se pague antes de que le sirvan la comida), vieron que ahí había un filón y montaron cuatro cachivaches de plástico en sus establecimientos para que los niños y las niñas se retorciesen un rato y lanzaron un producto para los cumpleaños infantiles (y no tan infantiles que algunos tomaron querencia y de adolescentes siguen acudiendo con sus amigas y amigos) con mini hamburguesa o nuggets, patatas fritas, un yogurt bebible, un muñeco de plástico y lo más importante; una corona de papel. Arrasaron.
Mas a nada la cosa quedó en aguas de borrajas porque la iniciativa privada del gremio hostelero español no conoce límites, y surgieron unos locales con decoración infantil de cuentos de hadas, o de Walt Disney, o de superhéroes (gracias Marvel), música atronadora de baile, piscinas de bolas, toboganes, columpios y otros artilugios donde las criaturas podían bailar y hacer el mono, tras despachar una suculenta merienda en una mesa corrida. En esas pseudocortes virreinales a la niña o al niño protagonista del cumpleaños la/lo disfrazan de Superwoman, o de Superman, o de rey/reina, o de príncipe/princesa con capa de armiño y corona dorada y la/lo sientan en un trono mientras las invitadas y los invitados, auxiliadas y auxiliados por la megafonía, le cantan el feliz cumpleaños en español y en inglés, que todas/todos asisten a guarderías y colegios bilingües.
Las madres y padres, mientras tanto, pueden tomar un refrigerio al tiempo que observan a sus hijas e hijos a través de una mampara de cristal.
¿Cuánto cuesta la movida? ¿Qué será lo próximo? ¿Tendrán algún trauma cuando esas niñas y niños estén trabajando el día de su cumpleaños y ya hayan caído en la cuenta que ni son superhéroes, ni reyes, ni reinas, ni príncipes, ni princesas? Los psicólogos, psiquiatras, psicoanalistas, padres confesores y demás, tendrán mucho campo en el futuro.
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