Don Juan de Rojas, Alcalde Mayor de los Hijosdalgo de Castilla, fue quien expidió la licencia para pleitear con Macotera, en su residencia de Mancera de Abajo, el día 4 de octubre de 1535.
Su hijo Francisco de Rojas, personaje a quien Mateo Alemán dedicó su novela "Guzmán de Alfarache", Alcalde Mayor de los Hijosdalgo de Castilla y Merino Mayor de Burgos y Caballero de la Orden de Alcantara, se casó con Francisca Enríquez, hija de don Luis Enríquez, Almirante de Castilla.
Una hija de la pareja, Mariana de Rojas Enríquez, contrae matrimonio con don Luis Fernández de Córdoba, Duque de Sessa; de este modo, el título de Marqués de Pozas queda incorporado al Ducado de Sessa, título que ostentarán ya siempre los señores de Santiago, Malpartida, Salmoral y Mancera de Abajo.
Posteriormente, el Conde Oñate entronca con el Ducado de Sessa, y, por eso, en el Catastro del Marqués de la Ensenada, se dice que Santiago es de la jurisdicción del Conde de Oñate, Duque de Sessa.
El título de Duque de Sessa fue creado, en 1507, por Fernando el Católico en el reino de Nápoles, a favor del Gran Capitán, don Gonzalo Fernández de Córdoba.
Así Santiago se convirtió en un mayorazgo, una donación con un
a serie de privilegios, que el rey Enrique IV de Castilla otorgó a los nobles castellanos, en nuestro caso, a don Sancho de Pozas, con una doble finalidad: la de conservar o acrecentar su poderío económico, y la de afirmar la propiedad fronteriza.
Gracias a los datos, que nos proporciona el Catastro del Marqués de la Ensenada, hemos podido conocer el patrimonio, que gozó el Duque en Santiago:
Un palacio y casa de servicio que cerraban la plazuela de la iglesia.
La casa era de planta baja, bastante amplia; ocupaba una extensión de 1.630 metros cuadrados, lindaba, por levante, con la calle de la Coba (actualmente, Cava); poniente, con calle pública; norte, con plazuela de la iglesia, y mediodía, con calle pública y corral del colegio Trilingüe, "la cual tiene su excelencia destinada para encerrar los granos, y que habita su administrador"; a más de dos huertas con frutales, la cortina del Duque a la ribera del río, y tres mil ochocientas cinco huebras de secano, distribuidas por todo el término. Todo el paraje de Valdelamora (591 huebras), era de su propiedad.
A mediados del siglo XVIII, el Catastro nos habla de la existencia de un palacio arruinado, sito en la plazuela de la iglesia, con un torreón.