( Casino. 1 de noviembre de 2019. Aforo: completo. Concierto organizado por Ateneo de Salamanca, con la colaboración del Casino de Salamanca.)
Armonías y preciosidades vocales, voces masculinas y femeninas que alternan, que fluyen como el Guadiana, suben, bajan, parecen confluir pero por un ángel misterioso en realidad se separan; el trombón como esquirla necesaria, el contrapunto tan hermosamente visual que se enreda en los ojos clavados en la magia de la música que emana de esas gargantas, varones y féminas, con alma, con alma, con alma. Si el avioncito en el que viajaba Gardel hubiera volado como Dios manda y no como el que de papel hace mi sobrino, El día que me quieras hubiera sido su segunda opción. La primera la suya naturalmente. Pero el avioncito se quedó por ahí colgado y Gardel se perdió esta versión amorosamente cruel, porque duele de felicidad al escucharla, de Auzperri Abesbatza.
Repertorio abarcatorio (¡palabro feo vive Dios!). Desde Vangelis (egregio griego que adoraba la simpar Caballé), Pablo Solozábal (The best zarzuela), la Cucaracha (que cuando uno la lee en el programa parece que va de coña pero esta gente la pone en tono Verdi que alucinas). Bordaron el coro de esclavos de Nabucco, de tío Giuseppe. Y más cosas.
A la hora del concierto la Aemet daba chaparrón en Salamanca, pues se equivocaron, el chaparrón llegó dentro, cuando Auzperri Abesbatza con el timbre, la sonoridad y la percusión de las manos sobre el cuerpo lograron que, cerrando los ojos, aquello pareciera el diluvio universal. Asustó el trampantojo musical y le dio al concierto una energía soberbia.
Total, que si cuando uno oye cosas de corales parece que aquello va a ser estático y almohadillero, este coro de Espinal, norte de Navarra para más señas, lo hace hasta divertido y genial. Hay que ir a escucharlos para quedar convencidos que la voz humana es maravillosa cuando se afina y ordena. La primera música, lo demás vino después.
Otra cosa. Intuyo muchos ensayos, mucha paciencia, mucha afición, mucha ilusión y mucho trabajo después del trabajo. Señoras y señores, mis respetos.
Reverencias de admiración pues, para el Coro propiamente dicho y a Mikel Landabere (percusión), Miren Errera (Saxofón) Raúl Salón (bombardino), Amaia Nuño, Miren Errea y Maitane Altamirantearena (Txistus) y María Altamirantearena (voz solista, arreglos musicales y piano.
Todos dirigidos por Begoña Altamirantearena, sin duda, perfecta.
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