Durante el periodo franquista, el aula siempre estaba presidida por un crucifijo y a ambos lados una foto del dictador y otra de José Antonio, además, en la fachada no faltaba el símbolo del yugo y las flechas
Nada tienen que ver las escuelas del pasado con las de nuestros días. El aula siempre estaba presidida por un crucifijo y a ambos lados una foto de Franco y otra de José Antonio. En la fachada no faltaba el símbolo del yugo y las flechas.
Generalmente se destinaban varias horas para la religión contando hazañas increíbles y extraordinarias que sonaban muy bien en los oídos de los escolares de la posguerra, inmersos en la escasez y el racionamiento.
El cura párroco de pueblo era una auténtica autoridad con su sotana abrochada con una larga hilera de botones desde el cuello hasta los pies y su sombrero negro; era un personaje influyente, respetado por todos.
A la entrada, por la mañana, se formaban dos filas; situados los alumnos a la derecha y las alumnas a la izquierda por edades o cursos cantaban el 'Cara al Sol'. Al finalizar el himno, los maestros ordenaban entrar en fila y en silencio hacia sus clases, generalmente empezando por los más pequeños.
El maestro, con la tiza y su palabra, enseñaba a sus alumnos. Un aprendizaje que no estaba saturado como hoy día del aluvión de imágenes audiovisuales. El ritmo de aprendizaje era otra cosa.
No faltaban las alusiones a acontecimientos políticos, solo bastaba con mirar la Enciclopedia Álvarez, donde se encontraban celebraciones políticas y religiosas. Así ocupaban parte de algunos días de clase.
Pizarrines, gomas de borrar Milán, tinteros, pupitres de madera, formaban parte de aquellas escuelas. Se escribía con plumines y utilizaban agujeros del pupitre como tinteros. Todo esto parece de hace siglos. La escuela y la sociedad de hoy no tiene absolutamente nada que ver con aquel tiempo.
Fotografías: Diferentes imágenes de Escuelas y alumnos de otros tiempos en Salamanca y provincia.