El mundo y sus expresiones económicas, culturales y religiosas están cambiando a ritmo acelerado
Mirando a lo que ocurre actualmente en el mundo, lo que vemos en las televisiones, lo que oímos en las radios o leemos en los periódicos, nos encontramos con revoluciones, cambios, divisiones, sea en las familias, en los partidos políticos, y entre los mismos países. Con conmociones particulares o generalizadas. Parecería que estamos experimentando un terremoto continuado o que la tierra se mueve bajo nuestros pies, con la incomodidad, y hasta el miedo que nos producen estos fenómenos tan nuevos y desconocidos.
El mundo y sus expresiones económicas, culturales y religiosas están cambiando a ritmo acelerado. Ya no hay nada duradero: ni pensamientos de verdades permanentes, ni partidos políticos, ni uniones matrimoniales, ni relaciones duraderas entre países.
En España, en estos momentos, estamos pendientes del desentarramiento del general Franco de su lugar de reposo en el Valle de los Caídos. La inestabilidad y falta de entendimiento entre nuestros partidos políticos han provocado la celebración de cuatro elecciones generales en cuatro años. Y las peleas entre los partidos o movimientos separatistas y los llamados constitucionalistas son permanentes. Y lo mismo las luchas entre los partidos radicales de izquierdas y los considerados hitlerianos de derechas se presentan como duramente irreconciliables.
En Roma estamos viviendo en estos días un sínodo general de obispos de la Iglesia Católica sobre la situación y la búsqueda de soluciones, que habrán de ser inevitablemente nuevas para las necesidades actuales y los riesgos incorregibles de futuro, cayendo como un sunami para algunos que se traten temas como la posibilidad de ordenar como sacerdotes a personas casadas. E indirecta y tímidamente se llega a hablar y considerar las posibilidades de ordenar a mujeres como sacerdotes, o al menos, diaconisas de la Iglesia Católica.
En Alemania se está viviendo con temores e inseguridad otro sínodo particular para aquel país. Y tenemos nuevos cardenales sobre los cuales se comenta que el Papa Francisco está preparando ya la orientación para elegir a su sucesor, de modo que continúe trabajando en la misma línea de reforma y renovación que promueve decididamente el Papa actual, línea que discuten y contrarían diversos jerarcas de la actual iglesia.
Tendríamos que hablar del otro sunami que está a punto de alcanzarnos el próximo día 30 de octubre, fecha señalada para la realización de la anunciada separación de la Gran Bretaña respecto a la Unión Europea, previéndose ya inevitable que el brexit se realice de forma incontrolada y causando perjuicios económicos y sociales incalculables.
De ahora mismo es el bombardeo que Turquía esta llevando a cabo sobre los curdos y otros grupos considerados rebeldes y separatistas que está a punto de desencadenar una gran guerra incontrolada en el oriente medio, con consecuencias imprevisibles y gravemente dañinas para todo el mundo, con peligro de implicación de los Estados Unidos, Rusia, la Comunidad Europea, etc.
No digamos nada de lo que está ocurriendo en el continente americano, desde Cuba o Venezuela, con motivos ideológicos y económicos de carácter izquierdista radical, que mantiene en situación límite a las poblaciones de estos países. Hasta Nicaragua u Honduras, pasando por la vuelta a las armas de algunos guerrilleros en Colombia, o las dificultades y riesgos de la gobernabilidad de Ecuador o Perú.
En otra línea nos encontramos con las dificultades procedentes del modo de gobernar de los presidentes de Brasil o de los Estados Unidos. En Asia bastaría señalar los problemas de China con la ciudad estado de Hongkong, o las tensiones en el territorio de Afganistán o en el Asia oriental con Arabia Saudita o Yemen. Y aún habría que comentar la situación de los países africanos, sobre todo centrales, con inestabilidad de gobiernos y explotación exterior de las riquezas, y con las incursiones periódicas de movimientos islámicos extremistas y violentos.
¿Podemos hablar de terremoto generalizado, sí o no? ¿Y cómo prepararnos para soportar estos movimientos incómodos y cargados de riesgos imprevisibles?
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