Hace poco más de medio siglo, se podían ver por nuestras calles curiosos tipos populares, la mayoría pregonando su mercancía
Han pasado más de cinco décadas, pero en esos tiempos, en el paísaje urbano de Salamanca abundaban los vendedores callejeros, la mayoría pregonando su mercancía, como afiladores de cuchillos y tijeras o los cardadores de lana para colchones a domicilio.
No podemos olvidarnos de los vendedores de frutas entre los que abundaban los puestos de melones y sandías por las calles de los barrios, o aquel que pasaba cada tarde con su carrito de los helados ofreciendo sus ricos y refrescantes productos; el heladero pasaba por las puertas y se detenía para que los niños acudieron a comprarle.
Todo se anunciaban con el nombre del oficio: el frutero, el pescadero, el panadero, el cartero, lechero o el famoso charlatán. Otros se colocaban en un lugar muy concreto en nuestra ciudad. Los portales de San Antonio era uno de los sitios elegidos; había vendedores de muy diferentes productos, y algún puesto muy curioso, donde los transeúntes podían pararse a tomar un café en los días fríos de la ciudad.
También las churrerías al aire libre tenían su espacio, hoy día más modernizadas continúan existiendo; y es que cambian los años pero permanecen las costumbres.
Todo esto fue desapareciendo. Se acabaron los vendedores ambulantes y sus pregones murieron para siempre. Eran tiempos distintos, ni mejores ni peores, pero que en el fondo no dejaban de tener su encanto.
Fotografías de algunos de estos vendedores callejeros.