Los datos demuestran que estamos, nuevamente, ante una forma de violencia que se vuelca sistemáticamente sobre las mujeres. Por ello, no son pocos los intentos de acabar con esta lacra que ha sacudido y sigue sacudiendo las sociedades del todo el mundo.
Irene Núñez Corrochano
Activista por los Derechos Humanos
La primera definición compartida de la trata de personas llegó en el año 2000 a través del protocolo de Naciones Unidas adoptado en Palermo. Tal definición establece por trata la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas con fines de explotación. Para llevarla a cabo se recurre a la amenaza, al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de la situación de vulnerabilidad, o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de la víctima a ser explotada. Dicha explotación posterior suele ser, mayoritariamente, de índole sexual y recae, principalmente, sobre las mujeres, aunque las víctimas también pueden ser hombres y, sobre todo, niños y niñas.
Según datos de la Organización Internacional para la Migración (OIM), el número de potenciales víctimas de trata sexual que llegaba a Italia a través de rutas migratorias había aumentado, durante el periodo 2014-2016, en un 600%. Además, el 80% de las chicas que habían estado expuestas a tal situación tenían edades comprendidas entre los 13 y 24 años. Es destacable, por otro lado, el hecho de que la mayoría de las personas que llegan a Italia en estas condiciones proviene de Nigeria, país que cuenta con varios estados inmersos en un profundo abandono. Ello, consecuentemente, genera condiciones de vida muy duras para sus habitantes. Entre esos estados se encuentra el de Edo, cuya capital (Benin City) ha sido calificada recientemente como "el corazón de la trata sexual" en un artículo de El País. Con el objetivo de huir de esas pésimas condiciones de vida, las víctimas llegan a otros países engañadas con falsas promesas de trabajo y deudas derivadas de los gastos del viaje.
Los datos demuestran que estamos, nuevamente, ante una forma de violencia que se vuelca sistemáticamente sobre las mujeres. Por ello, no son pocos los intentos de acabar con esta lacra que ha sacudido y sigue sacudiendo las sociedades del todo el mundo. En este sentido, la Ministra de Relaciones Exteriores de Suecia y el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia se reunieron el pasado 8 de marzo para elaborar una declaración conjunta con el objetivo de combatir la trata y la consecuente explotación sexual de mujeres y niñas no solo en Europa, sino también a nivel mundial. Un objetivo bastante ambicioso teniendo en cuenta la situación actual.
No obstante, sus propuestas abolicionistas remarcan que la compra de servicios sexuales es un acto delictivo, por lo que la estrategia principal ha de basarse en reducir la demanda de esos servicios (por el claro nexo entre trata y prostitución), mientras que las mujeres explotadas sexualmente nunca serían objeto de represión, sino todo lo contrario. Para ello, se han de implementar campañas de sensibilización dirigidas a toda la población en general.
La reparación de la víctima es, desde luego, otro aspecto fundamental. Sin embargo, lo cierto es que la mayoría de ellas no acaba recibiendo la indemnización que le corresponde, según informa el proyecto europeo Justice at Last. Por este motivo, los esfuerzos han de centrarse también en este sentido mediante formas de reparación, asistencia (alojamiento, orientación psicológica, educación, orientación profesional, etc.), protección, compensación y formación específica de los profesionales que puedan entrar en contacto con ellas.
Sin duda, estas no han de ser las únicas soluciones. Se hace necesario, además, proporcionar un análisis etiológico del problema, indagando sobre las políticas económicas de los países de origen y, a su vez, intentando promover oportunidades de migración legal pues, en la mayoría de las ocasiones, las víctimas solo buscan mejores condiciones de vida y esto es lo que acaban aprovechando las mafias que están detrás de este grave problema.
Ahora bien, todos estos planteamientos no serán efectivos si no se consigue una cooperación internacional, ya que actualmente la trata se concibe como un fenómeno globalizado y transnacional pero, ante todo y lo que no debe olvidarse nunca, una severa vulneración de los derechos humanos de las víctimas.
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