Refiriéndose a la triple profesión de amor de Pedro, que corresponde a la triple traición, su sucesor sabe que debe ser signo de misericordia. El suyo es un ministerio de misericordia nacido de un acto de misericordia de Cristo. Toda esta lección del Evangelio ha de ser releída continuamente, para que el ejercicio del ministerio petrino no pierda su autenticidad y trasparencia. (Juan Pablo II en Ut Unum Sint, 1995)
He conocido hasta ahora tres "pedros" ejercitando ese ministerio y los tres han sido Pedro. Tu es Petrus puedo decirle a Francisco como se lo pude decir a Benedicto y antes a Juan Pablo. Dejaron de ser Jorge Mario, Joseph y Karol para ser, ante todo, Pedro. Un Pedro que no eran hasta su elección y que luego han sido, moldeados por la inspiración del Espíritu. Un Pedro servidor de los siervos de Dios, de manera que el poder de las llaves se entiende estando en medio de nosotros, como el que sirve (cf. Lc 22, 27).
Sirve. Sirve el primado de Pedro a la unidad de las iglesias, camino por completar pero que debe seguirse recorriendo. Sirve la Sede Apostólica como estado con personalidad propia en medio del mundo, garantía de autonomía para la Iglesia, porque al ondear la bandera blanca y amarilla es más fácil que su voz no se confunda ni se apague. Sirve la jerarquía para que el Pueblo de Dios sea verdaderamente libre.
Sirve Francisco, como sirvieron los anteriores sucesores de Pedro. No es raro que muchos católicos acentúen o desdibujen su aparente adhesión al magisterio papal según quién lo presente. Pasa con el actual obispo de Roma y no es novedad. También ocurre entre los hostiles a la Iglesia, aunque en ellos importa menos quién sea el Papa, basta con que hable Pedro para intentar una enmienda de su autoridad.
Sirve también recordar que no es necesario ser más papista que el Papa para, desde la fe, reconocer en él a Pedro, y desde la increencia, aceptar su palabra como una aportación más orientada al bien común y a la concordia entre las naciones, valioso instrumento para la resolución de conflictos cada vez que al pontífice le dejan hacer lo suyo, tender puentes.
Desde la fe, sirve hoy mirar a la Iglesia de Roma, la de Pedro y Pablo, para llamarla madre y soñarla renovada y servidora. Tu es Petrus, Francisco. Pax, vita, et salus perpetua!
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