Quejas y más quejas fueron las que los ciudadanos ponían ante el Gobierno Civil por los grandes desperfectos que este juego ocasionaba en los muros de las iglesias y cuya conservación era obligación del Estado
Quejas y más quejas fueron las que los ciudadanos ponían ante el Gobierno Civil por los grandes desperfectos que este juego ocasionaba en los muros de las iglesias y cuya conservación era obligación del Estado.
A consecuencia de estos desperfectos, en 1887 el Gobernador se vio obligado a cursar una circular en la que ordenaba a los alcaldes de la provincia la prohibición de este juego o cualquier otro que causas daños a las iglesias, pero aún así estas medidas no fueron suficientes, viéndose obligados a tomar medidas más drásticas pero a la vez antiestéticas.
Los muros fueron cubiertos con pegotes de argamasa o guijarros pegados para impedir, de este modo, cualquier juego en ellas, y esto es lo que vemos en la fotografía adjunta, en la pared junto a la portada plateresca de la iglesia de Sancti Spiritus.
Data del siglo XII, fue restaurada en el siglo XVI añadiéndole elementos góticos y platerescos. La iglesia que había sido donada a la orden de Santiago por Alfonso IX, pasó con los años a manos de Martín Alfonso, hijo de dicho rey, para acabar siendo con el tiempo propiedad de las monjas del convento de Santa Ana.
Estás monjas eran conocidas como las Comendadoras de Santiago, ya que acogían a las esposas de los Caballeros de la Orden de Santiago que partían a la guerra.
Fotografía: Iglesia de Sancti Spiritus.
Fuente: Salamanca en el ayer.