Hay momentos en la vida en que uno se plantea si debe dar un paso adelante o no en una cuestión determinada. Y ciertamente, a mí se me planteó ese dilema de cara a las elecciones municipales y autonómicas que se celebrarán el próximo 26 de mayo.
En mi caso, es obvio que siempre me ha gustado la política (mentiría si dijese lo contrario, y mi propia trayectoria académica lo evidenciaría además). No obstante, en ocasiones da un cierto miedo saltar a la arena política y dar la cara, porque uno sabe que va a recibir más de un insulto de personas que ni siquiera te conocen, y que frecuentemente se te juzgará, no por cómo eres o por qué principios te mueven, sino en base a prejuicios o ideas preconcebidas sobre aquellas siglas por las que te presentes.
Por este motivo, no es fácil dar el paso de presentarse en una candidatura política, ya que en ocasiones este hecho acarrea un 'sambenito' o estigmatización social que se puede arrastrar de por vida. Y es que, frecuentemente, nos falta cultura democrática, de respeto al que opina diferente, y sobre todo, de aprender a juzgar a las personas en cuanto que personas, y no por si tienen unas u otras ideas, o si van por unas u otras siglas.
En mi caso, si bien es cierto que llevo años participando en asociaciones (lo cual es otra forma de hacer política en cierta manera), hace unos meses decidí dar el paso adelante hacia la participación en un partido político de cara a las elecciones, y presentarme en las listas de Unión del Pueblo Leonés (UPL) en Salamanca, consciente de que la carrera electoral no iba a ser precisamente un camino de rosas, pues hay una evidente desigualdad de condiciones entre los grandes partidos y el resto.
Entretanto, asumido ese paso, los compañeros salmantinos decidieron que yo fuera el candidato del partido a la alcaldía de Salamanca, y que fuese uno de los que integrase la lista a las Cortes autonómicas, en un guiño simbólico tanto al cabeza de lista (el tamborilero y pequeño empresario de la comarca de Ciudad Rodrigo, José Benito Mateos) como al resto de integrantes de la misma, queriendo decirse con ello que desde la capital se arropa al proyecto para la provincia.
Así, he acabado embarcado en un peculiar reto que tiene una fecha clave: 26 de mayo, y que sólo los salmantinos podrán decidir cómo acaba. Un reto tan bonito como difícil, tan ilusionante como, sobre todo, agotador, pues en los partidos pequeños, la campaña no te la dan hecha, sino que te la tienes que trabajar de lo lindo.
En este sentido, en los partidos modestos no hay empleados del partido que realicen las gestiones del día a día electoral como parte de su jornada laboral, sino que cada trámite debe asumirse por los miembros de la candidatura y, especialmente, por el que va de cabeza de lista (por aquello de tener más responsabilidad), quitando tiempo a las horas teóricamente destinadas a la vida privada una vez que se sale del trabajo (o antes de entrar a él), y recortando horas de sueño.
Llegados a este punto, aunque supongo que más de uno de vosotros, lectores de Las Arribes al Día, se habrá enterado ya previamente de mi candidatura a la alcaldía capitalina por UPL, para ser sincero con todos los que cada semana leéis mis artículos, no he podido por menos que hacéroslo saber también mediante esta columna, ya que, después de cuatro años apareciendo con un artículo cada domingo por las casas arribeñas, creo que era justo trasladar esta información a quien acostumbra de leer mis columnas.
Por otra parte, tengo el cierto alivio de que escribo todo esto sin hacer una petición de voto, ya que no me presento por mi pueblo ni por ningún otro municipio de la comarca, sino por la capital provincial, que escapa al ámbito territorial de Las Arribes al Día. Y he de reconocer que, en cierto modo, me reconforta no tener que poneros en la tesitura de darme o no vuestra confianza, pues pedir el voto no es cómodo ni para el que lo pide ni para el que se lo piden.
En definitiva, he dado un paso con el que seguramente quede marcado en adelante (sea cual fuere el resultado), pero espero que comprendáis que, ante la difícil situación de Salamanca (ciudad y provincia), me cuesta quedarme de brazos cruzados sin intentar luchar por ella desde las instituciones. Y entiendo también que muchos no compartáis que dé un paso así, y es totalmente comprensible que así lo estiméis buena parte de los lectores.
En todo caso, independientemente de lo que pase el día 26 en las urnas, intentaré seguir asomándome cada domingo a los hogares de Las Arribes mediante la columna "Desde Guadramiro". Y, por supuesto, intentaré seguir realizando mis análisis de la forma más objetiva posible, que es el ánimo que me ha movido hasta ahora en las columnas (aunque en alguna ocasión haya podido desviarme del objetivo) y que espero seguir manteniendo.
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