"Muchos aman a los animales porque creen que el cariño de éstos es desinteresado, pero se engañan" (Isabel de Rumania)
ENTRE PUENTES
EXAGERACIONES ANIMALISTAS
Hace unos días, un periodista entrevistaba, a la presidenta de PACMA (partido animalista que intentaba lograr algún escaño para el congreso) Doña Silvia Barquero Nogales. Y le preguntaba sobre los ratones, o cobayas de laboratorios, para experimentación, y posterior tratamiento en humanos, y que argumentos o soluciones eran las propuestas, con el fin de no maltratar a estos roedores, que básicamente han sido siempre los iniciadores donde se han asentado, investigado y llevado a cabo los numerosos tratamientos, incluso, algunos de los que ahora se resisten como el malvado cáncer en sus distintos desarrollos. Y debo confesar que la respuesta me dejo perplejo- "¡bueno? ya estamos con la disyuntiva de si el perro o la madre!", puso por ejemplo la "señora",- silaba más o menos contesto- ¿Dígame usted cuáles?,- y la cosa se fue por otros derroteros-, pero en principio, fue la defensa a ultranza de unos animales, que se reproducen para experimentos que nos mantienen vivos, entre los que se encuentran, también alguna madre de estos activistas animalistas.
Según recoge el catedrático de filosofía Francis Wolff de la Universidad de Paris, en su obra "filosofía de las corridas de toros", (ediciones Bellaterra- 2008) el cual viene a desterrar algunas de las muchas, falacias, con las que los animalistas tratan de confundir, al ciudadano, tal como aquí se expone:
"Por otro lado una buena parte de esta problemática moral, se debate entre el concepto ético- jurídico de "derechos"- . Todo se mete en el mismo saco: la caza, la vivisección, la corrida de toros, la ganadería industrial y en la actualidad la alimentación con carne o los trabajos en cuero, y en ese galimatías, se oyen esas voces que defienden la suerte de los animales sufrientes, y otras que protegen las especies amenazadas, entre los cuales habría que contar pronto los toros de lidia, si se escucharan las primeras. Estos animalistas pretenden con sus leyes morales, que los humanos deberían tener para con los otros, pero que no se aplican: ¿id a pedir a mosquitos o avispas o a los leones o lobos que dejen de hacer daño a otras especies! ¡id a pedirles también que dejen de combatir entre sí! Por tanto una incoherencia, tanto mayor que la del primer párrafo de este artículo.
En este cumulo de contradicciones fundamentales de todo animalista, posiblemente confundido u obcecado, en nombre de la unidad de la naturaleza, quiere hacer extensivos a los animales los mismos derechos que a los humanos. Preguntémosle porque el hombre ? en este caso- juega con el toro antes de matarlo y no al gato que juega con su presa antes de despedazarla. ¿Habría que impedírselo en nombre del derecho de los ratones? ¿Deberían respetar todas las especies animales los "derechos del animal" ¿Se debería pacificar toda la naturaleza? ¿Hay que declarar que en adelante deberá abstenerse de toda conducta "cruel" consigo misma?. Pero entonces quien hará de policía.
Se puede experimentar por los animales casi toda una gama de sentimientos morales que sentimos por los seres humanos: amistad, apego, respeto, admiración o, al contrario enemistad, desagrado, temor, espanto etcétera, pero sería absurdo admitir una sola norma moral única e indiferenciada para una variedad tan amplia de formas de vida y tipos de relación. Es evidente que tenemos relación para con las personas y también en segundo lugar deberes para con otras especies, estamos obligados a respetarlos solo si no nos impiden cumplir los que tenemos para con otros seres humanos. Los deberes que tenemos para con otras especies, incluso, más próximas a nosotros, están subordinadas a los que tenemos con otras personas incluso los más lejanos. Siempre incondicionalmente hay que salvar al niño desconocido, antes que al animal familiar. Esta ética y entrañable humanidad, debería ser la máxima, que incluso, para quien defienda la naturaleza y el reino animal, pero ha de ser en su justo término, y mantener un equilibrio que preserve la diversidad de las especies, con frecuencia habrá que sacrificar muchas especies proliferantes que amenacen a otras. ¿Qué hará entonces el defensor de os animales?. Entonces tiene que elegir su bando: el ecologista (preocupado por la salvaguarda de los ecosistemas, por el equilibrio de las especies o incluso, por la defensa de las especies amenazadas) o el animalista (preocuparse por el mal o el bien que hace cada animal individual) ¿Defenderá a los lobos o a los corderos?, tal vez abrigue la generosa esperanza de salvar unos y otros, o la naturaleza buena de la mala".
Creo sinceramente, que estamos poniendo al animal a la altura del ser humano, estamos creando derechos donde no hay obligaciones, estamos exagerando y no estamos diferenciado, los unos de los otros, y en ese confusionismo enloquecido, vemos y oído cosas como las que, desafortunadamente tiene el deber de denunciar, y no poner nunca en duda, que el ser humano tiene derechos muy por encima de los animales. Aunque algunos como se ha visto parezca lo contrario. ¡Vamos digo yo!.
Fermín González salamancartvaldia.es blog taurinerias
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