El saxofonista cubano se despidió ante un público entregado celebrando su relación con la asociación desde 2013
El café Alcaraván se quedó pequeño para un público entregado al talento del saxofonista cubano en un concierto para celebrar la música de jazz que ha ofrecido desde 2013 la Asociación ALAMISA
La Asociación Libre de Amigos de la Música Improvisada de Salamanca nació en el 2013 con el propósito de acercar propuestas novedosas a una ciudad desentendida de la música en directo y del concepto de "club de jazz", desaparecido casi del todo de la escena salmantina. Un intento que, durante su larga y fructífera trayectoria, ha contado no solo con músicos de primerísimo nivel, sino con la colaboración de locales emblemáticos de la ciudad que han servido de escenario y punto de encuentro de los conciertos.
Nuestra relación con ALAMISA parece que está enmarcada por el sonido de un saxofón. Porque el primer concierto al que acudimos fue en marzo del 2015 en el Museo del Comercio. El grupo se llamaba 3SIDES y fue un aldabonazo de originalidad y de fuerza. Tocaban Oscar López en el contrabajo, Christian Murgía en la batería y Fernando Aguado en un alarde de saxo que aún recordamos. Fue un concierto fantástico que nos puso en contacto con la gente de ALAMISA a los que seguimos a lo largo de sus encuentros, disfrutando de un grupo de gente que se nos hizo muy familiar: los músicos salmantinos, el entusiasmo del percusionista Cote Campusano, la capacidad de organización de los miembros de la directiva, personalizados por Jesús García y la presencia siempre queridísima de nuestro amigo, el poeta y traductor, Agustín B. Sequeros. Encuentros que, por desgracia, fueron espaciándose en el tiempo porque la vida nos sitúa en ocasiones lejos de aquello que queremos hacer y a veces la inercia es mayor que las ganas ¿Qué hace que no salgamos de casa a escuchar excelente música en directo?
En la actualidad, la noche salmantina se llena de JamSession y la oportunidad de escuchar música en directo es muy variada. Cuando ALAMISA inició su actividad, la escena musical era ínfima. A ellos les cabe el mérito de devolver la alegría de los conciertos próximos y sobre todo, la oportunidad de escuchar, sentir a músicos locales y músicos de gran prestigio internacional, llegados a Salamanca de su mano. Con ellos nos familiarizamos con los excelentes profesores y músicos de la escuela de Jazz del País Vasco Musikene, con ellos supimos de instrumentistas geniales y agrupaciones que exploraban todas las propuestas jazzísticas? y con ellos supimos también del esfuerzo infinito que suponen las asociaciones sin ánimo de lucro. Un esfuerzo que ahora se toma un respiro merecido y que, visto el éxito de su último concierto, parece solo momentáneo.
Porque ALAMISA se despide a lo grande, y lo hace en el Alcaraván, un local de referencia, generoso con la música en directo, que se quedó pequeño para el público que aplaudió como se merecía a la agrupación liderada por el saxofonista y maestro Ariel Brínguez, una figura de prestigio internacional acompañado por Chuchi García al contrabajo, el zamorano Víctor Antón, guitarrista y compositor, Cote Campusano a la batería y por el cuidado técnico de Raimundo Luengo. No podía esperarse mejor despedida. A la solidez técnica del instrumentista cubano se añade una presencia carismática y una entrega absoluta a sus acompañantes "el producto local" como los definió en un discurso cercano, divertido, con ecos caribeños y alusiones a los orishas que "deben" apoyar la continuidad del proyecto, tanto de ALAMISA como promotor del jazz en Salamanca como de esta unión de músicos casi casual pero que está llena, según el músico cubano "de conexión mágica, un amor a primera vista".
Para él, la música, reflexiones melódicas, se nutre no solo del virtuosismo del instrumentista, sino del público. Un público que, en reverente silencio, escucha la guitarra entregada de Antón, la seriedad siempre constante, siempre capaz de sustentar todo el edificio sonoro de Chuchi García, el absoluto virtuosismo del saxofonista cubano y la maestría de Cote Campusano. Hemos conocido a excelentes baterías a lo largo de los conciertos de ALAMISA, pero Cote, un músico muy conocido en la ciudad por su infinita capacidad de trabajo, de participación en numerosos grupos, proyectos educativos y musicales, tiene algo especial: una forma de tocar suave, casi minimalista, para terminar con toda la fuerza de un instrumento que se hace con todo.
Con exquisita cortesía, los músicos de jazz se ceden los solos, la estrella cubana da un paso atrás en el escenario y el protagonismo es de Antón, o de la conjunción casi mágica entre Chuchi García y la batería de Campusano. El silencio es total cuando la altura física y musical de Ariel Brínguez llena de nuevo el centro del escenario y consigue sacar de su instrumento sonidos increíbles. Velocidad, entrega, absoluto virtuosismo. El concierto es un homenaje a TheloniusMonk, el compositor y pianista creador del bebop un autor en el que según el cubano "todo es alegría", pero también es el triunfo de una música en directo, en comunión con el público que disfruta de esa conexión casi mágica entre los miembros de una agrupación que parece prometer muchos más ratos de buena música.
Versátiles y bregados en todas las combinaciones, músicos salmantinos como García o Campusano, compositores atrevidos como Antón, recorren los espacios musicales de Salamanca, son doctos en acoplarse a las más variadas propuestas y saben bien de disfrutar de un concierto, bregar para publicar un disco ?en el caso del grupo de Víctor Antón el excelente "Motion"- y pelear para que el jazz no deje de ser una propuesta para la escena musical salamantina. Una escena que le debe mucho a los locales que ofrecen este tipo de música y a la sociedad ALAMISA, que inicia un paréntesis con este excepcional concierto y a la que debemos agradecer una labor continuada y de altísimo nivel sin olvidar, en absoluto, a los músicos salmantinos, que son todos los que hacen música en Salamanca, independientemente de su procedencia. Músicos que merecen no solo un espacio para actuar y maravillarnos con su virtuosismo, sino todo el reconocimiento. Un reconocimiento unido al que le debemos a ALAMISA, que se convierte en aplauso sentido. A la batería, el indispensable Cote Campusano, a la guitarra, Víctor Antón, siempre sorprendente en sus propuestas, al bajo, concentrado, necesario para sustentar el equilibrio del grupo, eje absoluto: Chuchi García? y en el centro, alto, muy alto, profundo, pleno, mágico, Ariel Brínguez. No podía sonar mejor.
Fotografía: Fernando Sánchez