La tradicional ceremonia sirvió para bendecir los santos óleos de los catecúmenos y de los enfermos, y consagrar el Santo Crisma
El clero diocesano ha renovado sus promesas sacerdotales en la Misa Crismal que tenía lugar en la Catedral Vieja este Miércoles Santo. El obispo de la Diócesis de Salamanca, Carlos López, presidía esta importante ceremonia religiosa junto al presbiterio, donde bendecía los santos óleos de los catecúmenos y de los enfermos y consagraba el Santo Crisma.
En una procesión solemne los óleos eran llevados en tres ánforas que se colocan frente al altar y tras su consagración, al término de la celebración, se repartía su contenido para que sea distribuido en todas las parroquias de la Diócesis de Salamanca y pueda ser usado a lo largo del año en los sacramentos a los que están destinados: Bautismo, Confirmación y Unción de los enfermos.
La palabra "Crisma" proviene del griego: "Chrisma", que significa unción. Así se llama al aceite y bálsamo mezclados que el Obispo consagra para ungir a los nuevos bautizados y signar a los confirmados. Con él son ungidos también los obispos y los sacerdotes en el día de su ordenación sacramental y en la consagración de las Iglesias.
La Misa Crismal que celebra el obispo con todos los presbíteros de la diócesis, es una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del Obispo y signo de la unión estrecha de los presbíteros con él. Durante la celebración los sacerdotes renuevan ante el Obispo las promesas sacerdotales que realizaron en el día de su ordenación. Juntos prometen solemnemente unirse más de cerca a Cristo, ser sus fieles ministros, enseñar y ofrecer el santo sacrificio en su nombre y conducir a otros a él.
Fotos de Alejandro López