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Animalismo
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Animalismo

Actualizado 08/04/2019
Antonio Matilla

Animalismo | Imagen 1

El partido animalista ha conseguido la suspensión, bien que provisional, de la caza en Castilla y León. Por no opinar sin fundamento he tecleado "PACMA. Programa Electoral" en San Google y me dice que pretende el sacrificio cero, el fin de la caza y de las granjas industriales y reivindica los derechos de los animales, olvidados por el resto de formaciones políticas.

Eso de que los animales están olvidados por el resto de formaciones políticas habría que verlo con más detenimiento. Podría preguntarse, por ejemplo, a un transportista de ganado cuáles son sus obligaciones para con los animales que transporta, o a un matadero industrial. Con el afán legislativo de regular hasta lo más nimio que inunda la Unión Europea y nuestras Comunidades Autónomas, mucho me temo que las páginas normativas sean legión, aunque ahora casi todo puede caber en un pen drive, otra cosa es leerlo y entenderlo. Estoy convencido de que los ganaderos, los agricultores, los cazadores, los toreros y los empresarios taurinos, igual que los maestros de Primaria de antaño, "llevan un abogado en el bolsillo". Las cataratas de Iguazú, al lado de esta cascada legislativa, son unas aprendices.

Pero bien está así, pues el Derecho, tiene una importante componente racional que nos ayuda a respetar la realidad a la "especie vertebrada 201", como titulé un artículo hace más de cuarenta años, cuando se pretendía crear un Parque Natural en la Sierra de Francia para favorecer, proteger y defender a las 200 especies de vertebrados que poblaban sus bosques y sus montes, pero perjudicando claramente a otra especie vertebrada, a la que llamé "201", o sea, el homo sapiens sapiens serranensis, condenado a emigrar de nuestra Sierra de Francia si se cumplían los designios de los iluminados que habían diseñado el Plan. Supongo que alguien introdujo una pizca de sentido común en el proceso, porque los humanos todavía siguen habitando aquellos queridos lugares. No las tienen todas consigo, pues nuestra Unión Europea, adelantándose al animalismo ahora rampante, estaría encantada de que nuestro mundo rural, en general, se desertificara totalmente de humanos, para dejar a los minerales, plantas, hongos y líquenes, que ejercieran de modo libérrimo sus "derechos" conforme a la ley del más fuerte y otras leyes de la Ecología.

Sucede, sin embargo, que al animalismo le pasa lo que a todos los "ismos", incluyendo el Cristianismo ?el burro delante, nunca mejor dicho tratándose de animales, para que no se espante-, que tiene la obligación y el riesgo de convertirse en ideología, porque con la crisis actual de la Filosofía en general y de la Metafísica en particular, es casi imposible tener una visión totalizante, holística, de las cosas; si a eso añadimos la pereza mental, tan extendida por el abuso de Wikipedia y asimilados, lo normal es que cada uno nos montemos nuestro chiringuito ideológico basándonos en unas pocas ideas o experiencias que, para nosotros, son muy importantes, pero que no tienen en cuenta el conjunto de la realidad.

Supongo que todos los animalistas son gente de campo y de naturaleza, expertos en supervivencia y vida al aire libre, y no, como les acusan algunos, una panda de urbanitas malcriados y caprichosos que se creen en posesión de la verdad, sin fundamento objetivo ni científico. Bueno, a lo que vamos: ideología tenemos todos y todos tenemos obligación de hacernos una cosmovisión, una visión del mundo, que pueda dar sentido a nuestro pensamiento, a nuestra vida, a nuestro trabajo y a nuestro compromiso transformador de la realidad. Pero ¿cómo lograr una ideología presentable en una Sociedad abierta, plural y avanzada como la nuestra? Mediante tres mecanismos:

Uno. El diálogo. Los animalistas no pueden pretender estar en posesión de toda la verdad acerca de los animales, las plantas y, en general, el medio ambiente. Están obligados a dialogar y a aprender de quien también sabe, porque lo ha mamado y porque ha sido educado durante generaciones en la convivencia con el medio ambiente natural: pescadores, cazadores, profesionales de las dehesas de toros de lidia o ganaderas en general, ganaderos, agricultores, apicultores y tribus que viven todavía en contacto directo y total con los diversos ecosistemas que adornan nuestro todavía maravilloso mundo.

Dos. El estudio científico, tanto de las Ciencias de la Naturaleza, Ecología, Medicina, Veterinaria y todos sus nichos adyacentes de saber, como de la Ciencia Jurídica, pues no está muy claro el concepto de "derecho" aplicado así, en general, a los animales y a las plantas, cuando el derecho es predicable solo de los sujetos, es decir, de los seres racionales que tienen autoconciencia, como por ejemplo los ángeles, que no pueden hacer lo que les dé la gana, sino lo que mande el Logos de las cosas, que haberlo haylo y tienen obligación de atenerse a él. También los humanos estamos sujetos a norma y a deberes y al juicio moral, pues ya los romanos, tan dados a la violencia gratuita cuando se trataba de humanos, no veían bien que una persona humana libre maltratara caprichosamente a un animal.

Tres. El pensamiento crítico, tan escaso hoy en día, en que ?casi- todo lo tenemos al alcance de un clic, es más necesario que el comer. Pues sin pensamiento crítico acabaremos todos muriendo de hambre.

En fin, en general, ya hemos tenido demasiada experiencia de la imposición de diversos "ismos" como para tragarnos ahora así, por las buenas, un "ismo" tan mediático como el animalismo, por más crecimiento exponencial y electoral que esté experimentando.

El Cristianismo, ese "ismo" pasado por la crítica hipercrítica de la Ilustración, puede darnos, a través de la Encíclica "Laudato Si", por ejemplo, algunas pautas que ayuden a entender todo este embrollo y a conseguir salvar el planeta y dignificar a los humanos, sobre todo a los más pobres e indefensos, potenciando el amor a la Naturaleza con una mística de la contemplación, la austeridad y el respeto y el amor a todos los seres naturales, siguiendo el ejemplo de Francisco de Asís y de muchos de los grandes místicos, cristianos y de otras religiones. Y el que más sepa y viva, que más diga.

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