Su propietario había ido a echar de comer a las vacas por la mañana, y en la tarde un vecino le avisaba de que no pudo impedir la muerte del animal
A tres días del último ataque de buitres en Hinojosa de Duero, y que se saldó con la vida de un ternero y una vaca recién parida, en la tarde de este domingo se volvía a repetir un suceso similar en otra explotación de la misma localidad, ubicada en el paraje del puente de La Fregeneda.
En esta ocasión, alrededor de las 16.00 horas, un vecino alertaba a J.M.T.F., propietario de la explotación, que una bandada de buitres estaba atacando a una de sus becerras de 15 días de vida. A pesar de que su madre intentó protegerla, una bandada de carroñeras lograba acorralar a la becerra hasta acabar con su vida.
Horas antes, durante la mañana, el propietario de la explotación acudía a la parcela, situada a menos de un kilómetro de las viviendas de Hinojosa, para echar a las vacas un poco de avena y forraje, "entonces la becerra estaba bien, mamaba de la vaca y estaba normal", aseguraba a LAS ARRIBES AL DÍA su propietario J.M.T.F.
Pero era en la tarde cuando, aprovechando que "la vaca estaba un poco apartada y que la becerra se había echado", una quincena de buitres se abalanzaba sobre la cría para darle muerte. Los esfuerzos de un vecino que se percató de la situación y que corrió en auxilio del animal, no fueron suficientes, "cuando llegó ya le habían comido un ojo y los cuartos traseros", comenta el ganadero.
Ante estos hechos, J.M.T.F. su puso en contacto con la Guardia Civil denunciado lo sucedido, que a su vez avisaban a agentes del Seprona, personándose en el lugar y tomando fotos de la becerra muerta.
Con este, son tres los ataques de buitres que este ganadero ha sufrido en su explotación en los últimos cuatro años, "el segundo fue el año pasado, pero ese no lo denuncié", aseguraba
Cada vez son más comunes los ataques de carroñeras al ganado desde la puesta en vigor de la norma que impide dejar cadáveres de ganado en el campo. La falta de alimento obliga a estas aves a atacar a animales aparentemente indefensos o con síntomas de debilidad, becerros de escasos días y vacas en el momento del parto, a las que poco a poco comienzan a picar por los cuartos traseros hasta que finalmente acaban con la vida del animal.