Cansado de oír, ya no sé si llego a escuchar, a nuestros políticos, siento un aire fresco y auténtico de los adolescentes, los que claman estos días contra nuestra pasividad (la de los adultos), frente al calentamiento de la tierra y su atmósfera.
Tienen razón, es como si en nuestras casas, asando sardinas, por ejemplo, creáramos un ambiente irrespirable y nos negáramos a abrir las ventanas. La verdad es que es mucho peor, porque la tierra y la atmósfera no tienen ventanas. Nos sentimos libres, pero estamos atrapados y no podemos llamar a los bomberos.
¡Qué lejos estamos de los pueblos indígenas, tan conscientes de su diosa la Madre Tierra! Quererla, cuidarla y dejársela a nuestros descendientes, mejor de lo que la hemos encontrado, debería formar parte de nuestra Ética cósmica y transgeneracional.
Nuestra idea de progreso y crecimiento económico es una de las grandes mentiras de la humanidad. Ideas tan evidentes como el crecimiento sostenible y la austeridad frente al consumismo están fuera de la agenda de nuestros políticos. ¿Han oído hablar de austeridad a nuestros políticos? ¿No podríamos consumir menos y repartir más? Nada quieren decir y menos hacer con nuestros grandes problemas. Las elecciones se ganan con simplezas y promesas que saben no van a poder cumplir. La ignorancia y falta de ética puede ser premiada incluso con un "Cum Laude" o Master. Más de una universidad lo ha hecho, usted sabe con quienes y por qué.
El 15 M nos lleno de esperanza, truncada por quienes han querido aprovecharse de este movimiento, como también lo hacen hoy con el movimiento feminista.
Escuchemos a los adolescentes. Ellos razonan sin compromisos con las miserias acumuladas a lo largo de la vida por nosotros, los adultos; y saben que la realidad podría ser de otra manera, pueden proponer hipótesis nuevas y aspirar a una sociedad más justa. Incluso tienen grandes sueños, tan necesarios en la especie humana. Ellos saben dudar del poder, tenerlo bajo sospecha y criticarlo. Fomentemos su pensamiento crítico y el compromiso social. Su autonomía responsable, frente a su dependencia y consumismo compulsivo.
Pero nosotros no le damos cancha, ¿qué grado de participación tienen en nuestra sociedad? Les organizamos una vida en la que le damos todo, pero no participan en casi nada. Son consumidores, a costa de los padres o del Estado benefactor. La vida de no pocos oscila entre "tiempo de sufrimiento" (obedecer en familia y escuela) y "tiempo de ocio" que acaban haciendo suyo y convirtiéndolo en tiempo de "locura". Ya sé que no son todos, pero sí demasiados, usted lo sabe. La asociación ocio, alcohol y otras drogas es un gran problema de salud en medio mundo.
Los adolescentes deberían tener un rol importante en la familia, en la toma de decisiones, incluyendo una colaboración responsable en las tareas y ayudas, y en una escuela participativa y activa y socialmente responsable. También en una comunidad abierta, en la que su imagen predominante no sea verlos celebrando un botellón.
Los adolescentes tienen buena cabeza, buen corazón, si han sido queridos, buenas ideas y propuestas. Deben ser ya nuestro presente y nuestra esperanza.
El derecho al voto, desde los 16 e incluso 14 años, está justificado evolutivamente. No es lo más importante, pero veríamos a los políticos correr tras ellos como lo hacen con otros grupos, cuando están en campaña electoral.
Una buena socialización familiar y escolar, junto a sus capacidades adolescentes, les permitiría ser críticos con el poder y empujarnos hacia una sociedad más justa.
FELICIDADES POR VUESTROS GRITOS CONTRA LA IRRESPONSABILIDAD DE DEJAROS UNA TIERRA QUEMADA Y UNA ATMÓSFERA IRRESPIRABLE.
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