Mujeres de todas las edades salen a las calles de Béjar para reclamar un futuro sin desigualdad de género y luchar por sus derechos
La manifestación feminista en Béjar ha superado con creces a la del pasado año, demostrando que, aunque tímidamente, los avances en concienciación están funcionando, y el trabajo de colectivos feministas como Amdeve va calando en una sociedad cada vez con menos miedo a manifestarse en favor de la igualdad.
La educación en materia de igualdad tiene aún un camino largo por delante, pero cada vez son más las que se atreven a sumarse y abrirse camino en las cerradas sociedades de provincia, cerramiento que se incrementa en el mundo rural. Ayer las mujeres más jóvenes dieron una lección de valentía, hablando claramente e insuflando un soplo de aire fresco y las mayores, seguro que muchas tuvieron que hacer un gran esfuerzo por contener sus miedos. Pero la tendencia a la reivindicación de la igualdad entre mujeres y hombres es ya imparable y va llegando a todos los rincones, saltando de las grandes ciudades a las pequeñas, a los pueblos, donde la lucha se hace más encarnizada por la cantidad de barreras sociales que se deben romper por el camino.
La movilización en Béjar ha concluido con la lectura de un manifiesto abierto, elaborado por Amdeve, en el que numerosas asistentes han contado las razones por las que han participado en la manifestación feminista, dejando claro porqué es tan necesario seguir peleando en las calles para lograr el respeto que todas merecemos y hacernos oír por quienes nos gobiernan, para impulsar políticas que acaben con la discriminación hacia las mujeres, los techos de cristal, el suelo pegajoso e impulsen cambios profundos que vayan modificando los comportamientos machistas en todos los ámbitos de la sociedad.
La lucha por la igualdad es transversal, sin partidos, sin ideologías, sin colores, une generaciones de mujeres; un movimiento al que algunos hombres se van sumando con el fin de conseguir una sociedad más justa para todos, pero queda mucho por hacer y supongo que cada granito de arena cuenta, por este motivo, esta pequeña crónica no ha visto la luz hasta pasada la media noche, cuando ya es día nueve de febrero, porque quien la escribe, es una mujer.