La experiencia de tres guardias civiles de la Comandancia de Salamanca refleja los cambios y la modernización de la Institución tras la incorporación de la mujer en 1988
"Antes se sorprendían de que llegara una mujer y les pidiera la documentación", y es que como relatan, las mujeres guardias civiles han tenido que derribar muchos roles y estereotipos, "dentro y fuera". Ana de la Rúa, Auxi Montes y Teresa Hernández, guardias civiles de la Comandancia de Salamanca, comparten una profesión a la que llegaron por vocación, al igual que las casi 5.500 guardias civiles que actualmente forman parte del Cuerpo (el 7,2% del total), representadas en todas las escalas y en la mayoría de especialidades.
Tras más 140 años de historia, la Guardia Civil abría sus puertas en 1988 a la incorporación de la mujer. Aquel año, 197 mujeres se convertían en las primeras en conseguir ingresar. Tuvieron que demostrar que llegaban para quedarse, y hacerlo en igualdad de condiciones que sus compañeros. "Sobre todo en los primeros veinte años lo han hecho todo ellas para que pudiéramos trabajar bien, y ahora ya encontramos el camino llano en muchas cosas", asegura Teresa, la más joven de nuestras protagonistas.
"Al principio no sabían cómo tratarnos, si de la misma manera que al hombre o de manera diferente", apunta Ana, guardia civil de la segunda promoción de mujeres. "No había precedentes y hubo que ir abriendo camino. Tenías que demostrar que eras guardia civil y que valías, cada día", añade Auxi, de cuyos primeros destinos recuerdan anécdotas que reflejan que la sociedad de aquellos años todavía tenía que avanzar mucho en igualdad. "Había quien venía y te decía que quería hablar con un guardia civil; sí, yo soy guardia civil le respondías", o "si ibas con un compañero, pedías la documentación y se la daban a él".
El primer uniforme "era falda pantalón y zapato de salón" |
Con la incorporación de la mujer a la Guardia Civil surgieron algunas demandas esenciales para el desempeño de su trabajo, como el uniforme. "Para nosotras, era falda pantalón con zapato de salón", poco práctico para situaciones tan cotidianas como estar destinada en un pueblo y tener que "salir a una finca en pleno mes de enero". "En mi primer destino", recuerda Ana, "solicité usar zapatos con cordones, pero no me lo autorizaban". Al igual que hubo que crear un uniforme específico "cuando la primera mujer guardia civil estuvo embarazada", apunta Auxi. Y, al igual que en otras profesiones, las guardias civiles también se toparon con que "la conciliación no existía, tenías que buscar siempre que alguien te echara una mano", porque "si sucedía algo, salías como cualquier otro guardia".
No todos los destinos que han tenido han sido fáciles. Ellas comparten también, junto con otras muchas guardias civiles, el haber estado destinadas en el País Vasco, en alguno de los casos en los años más duros de la lucha contra el terrorismo, en los años 90. El destino más difícil, "no solo por la tensión que vivías, sino la de la familia".
A lo largo de estos años no solo la Guardia Civil se ha modernizado, sino que las mujeres pueden decir que "trabajamos en lo que nos gusta". "Es una profesión bonita, con muchas especialidades dentro del Cuerpo", una profesión en la que, como añaden, "si trabajas y quieres ascender, lo puedes hacer perfectamente". Actualmente, dos mujeres ostentan el rango de Teniente Coronel, siendo las de mayor graduación hasta el momento.