En el Día Internacional de la Mujer tenemos que seguir hablando de derechos que las mujeres, en muchos casos, ven recortados en su trabajo y en su día a día. Sucede en el campo en el que nosotros trabajamos, el de la Sanidad y con las profesionales de Enfermería. Precariedad laboral, falta de la necesaria conciliación de la vida familiar y laboral, una verdadera protección para las profesionales embarazadas, son solo algunos de los problemas que padecen las enfermeras hoy.
Hemos avanzado en materia de igualdad respecto a décadas pasadas, pero aún siguen prevaleciendo problemas que lastran el desarrollo profesional, las mejoras laborales y una verdadera igualdad de las mujeres frente a los hombres, sobre todo en equiparación salarial. Un ejemplo acaba de suceder en Castilla y León con la enfermería, una profesión mayoritariamente integrada por mujeres. La Consejería de Sanidad ha propuesto un sistema de incentivos y de productividad variable que anime a médicos y enfermeras a ocupar los puestos de difícil cobertura en zonas rurales. Pero al ver esos incentivos, comprobamos que, pese a que esa especial dificultad de acceso a determinadas zonas es la misma para los médicos que para las enfermeras, la Consejería ha decidido que los médicos que ocupen una plaza en esas zonas recibirán un incentivo de 6.000 euros al año, y a las enfermeras, del grupo A2, sólo 1.200 euros. Y esto teniendo en cuenta que no se incentivan las competencias ni las funciones ni el nivel de responsabilidad de cada profesión, sino solamente eso, la dificultad que presenta el acceso a determinadas zonas.
Es bueno recordar que quien mayoritariamente hace las visitas domiciliarias son las enfermeras y no el médico, que quien se encarga directamente del seguimiento a pacientes crónicos ?y en estas zonas hay mucha población mayor- es la enfermera. Según los cálculos ya realizados por SATSE en algunas provincias como la de León, las enfermeras realizan al año más de un millón de kilómetros para atender a la población rural.
Lo mismo sucede con la consecución de objetivos en el trabajo. En la retribución por ello hay un 66% de diferencia entre lo que percibe un médico y lo que percibe una enfermera, cuando la consecución de objetivos se logra en numerosos casos gracias al trabajo eficiente de la profesión enfermera.
Desde SATSE Castilla y León queremos recordar que muchas de estas cuestiones tienen como fondo un componente extra: el hecho de que la profesión enfermera haya sido tradicionalmente y siga siendo mayoritariamente femenina, lo que ha lastrado durante décadas que sea considerada en el nivel profesional que merece por capacitación ?es Grado universitario-, competencias y funciones. Asimismo, es reseñable, y esto también ayuda a acentuar la desigualdad, que de los 65 consejeros de Sanidad que ha habido en las comunidades autónomas, 48 hayan sido médicos y dos enfermeros, solo una de ellos mujer. La gestión sanitaria la ostentan en su mayoría los hombres. La mujer no parece tener cabida en los puestos de responsabilidad sanitaria en los sistemas públicos de salud.
Por ello, desde el Sindicato de Enfermería trabajamos para que estas diferencias no se produzcan, para que las enfermeras y fisioterapeutas, que tienen que compartir la misma realidad que sus compañeros, dejen de enfrentarse además a problemas propios por ser mujeres. Luchar por una imagen no sexualizada de nuestra profesión, por la protección de las profesionales embarazadas y por la seguridad y salud en el trabajo, además de por acabar con la violencia de género, son algunas de las demandas continuas de nuestra organización durante todo el año, como la de permitir que las enfermeras también puedan ocupar puestos de gestión sanitaria.
Sabemos que es la hora de acelerar esos cambios que ya han comenzado, exigiéndolos y materializándolos a través de políticas que pongan el foco en la educación, en la sanidad, en el acceso a los servicios públicos... Y esto solamente lo podremos conseguir como sociedad a través de esa reflexión de la que no podemos permanecer distantes ni indiferentes ni hombres y mujeres. Pero además, los frutos de esta reflexión deben transmitirse a través de las empresas, las organizaciones y las instituciones. Por eso, es hora de que las administraciones públicas, como es el caso de la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León, acaben con discriminaciones que tienen el género como una de las raíces de estas diferencias. Si ellas no dan ejemplo, poco podremos avanzar en una igualdad real entre hombres y mujeres, también en el ámbito sanitario. Porque después de la reflexión, tenemos el reto de superar las desigualdades. Y de este modo poder desarrollar una sociedad que cuente con todos y con todas, que no trate de modo diferente a unos profesionales frente a otros por el hecho de ser hombre o mujer.
Mercedes Gago López, secretaria general del Sindicato de Enfermería, SATSE, en Castilla y León