Permítasenos, antes de entrar en materia, una pequeña disertación sobre uno de los grandes problemas de nuestro presidente. Pedro Sánchez, por no decir el de mayor peso y transcendencia, consistente en "su irreprimible deseo de reconocimiento", motivado por un narcisismo egocéntrico que le desborda a la hora de enfrentarse con la verdad y tomar decisiones, cuya tergiversación en nada le beneficia sino más bien todo lo contrario, tal como ha sucedido, por ejemplo, con la ridícula presentación de (su) libro de memorias, con la indispensable colaboración de Irene González, recompensada y muy bien remunerada por el momento con una Secretaria de Estado.
Con su parto literario y saturado de superlativo cretinismo, nuestro Jefe del Ejecutivo, ya va excesivamente sobrado, manido y tampoco da para más. Lo suyo sería olvidar esta faceta y "despedirlo con un cordial hasta nunca".
Una vez marginados estos estúpidos coqueteos de don Pedro con las letras y, trasladándonos a lo que realmente ocupa y preocupa a los españoles, impliquémonos en las próximas elecciones genéreles y por ende en lo que afecta especialmente a políticos, candidatos, medios, etc y en menor escala de los votantes durante varias semanas en función de lo que nos jugamos. Una gran mayoría ya tienen conformada la orientación de su voto, admitiendo, no obstante, la existencia de otro colectivo que se verá más influenciado por los medios, tertulias, debates, encuestas, etc.
Si es cierto que los votos en España, tras el advenimiento del bipartidismo, la propiedad de los mismos ya no solo se rigen por los conceptos apuntados anteriormente en que la fidelidad de los electores apenas se modificaba. Nada que ver con la situación actual.
En esta ocasión y por efecto del azar, el inicio de la campaña ha coincidido con los carnavales, y a su vez con la presentación del tocho de Sánchez ya comentado que entendemos solo adquirirán todos aquellos militantes con expectativas de ser incluidos en alguna de las listas electorales. Por el momento, las formaciones que despiertan mayor curiosidad son las de los tres mosqueteros, Pablo (PP). Albert (Cs) y Santiago (Vox), cuyo empeño radica en largar de la Moncloa al egocéntrico Sánchez. Quizá Ciudadanos y su líder se estén precipitando en exceso al ir a por todas, asestándole al PP el golpe de gracia.
Posiblemente lo más acertado sería no precipitarse y que los políticos reflexionen sobre el concepto y consideración de los españoles en general sobre su comportamiento, actitud y resultados. Lo cierto es que cuando se afronta este tema, lamentablemente, en la mayoría de los casos, los ciudadanos repudian el tema para tratar sobre otras cuestiones cargados de razón, y repudiando el hablar de política y políticos....¡¡Tiempo al tiempo!!
José-Tomas Cruz Varela