Jugando con el mito del amor
La cabra y el pobre asno
CONJUGANDO EL MITO DEL AMOR
Abramos nuestro ser al amor, San Valentín ya ha pasado, el amor verdadero existe, la clave está en, comprender, saber tratar, comunicarse, entregarse y recibir.
El BOSQUE Y EL HOMBRE
Los bosques son tan humanos que para conocerlos, es necesario vivir en ellos. Un paseo ocasional por sus limitados senderos, no nos permite saber sus intimidades, que se oculta tras el follaje. Si deseas ser amado, busca con respetuosas visitas, mañana, tarde y noche, primavera, verano, otoño e invierno. De otro modo, el conocimiento es superficial? jamás logrará su propósito. El bosque tiene identidad propia y la forma efectiva de alejar a extraños, cerrando el corazón al visitante curioso. Es absurdo e inútil tratar de descubrir el bosque por una sola razón o capricho, hay que mirar el profundo amor y admiración que nos inspira, si lo hacemos por "pasar un rato" se repliega de inmediato, oculta a nuestros ojos los viejos secretos y dulces recuerdos. Pero si acudimos porque lo amamos, es amable, se entrega y obsequia con lo mejor de sus tesoros, pasión, gratitud, belleza, algo que nunca se va poder comprar. Cuando hay entrega, se prodiga sin reservas. Acudamos, con humildad, paciencia, atención y descubriremos el mágico mundo oculto tras tierras aparentemente salvajes y silenciosas; observemos la hermosa puesta de sol, un estrellado cielo, escucharemos la mejor melodía, leyendas e historias que habitan dentro, nos embriagará con el perfuma más delicado y sutil. De esta forma, el amor, igual que el árbol, se hace inmortal y a hurtadillas, nos hará suyos para siempre, sin importar a dónde nos lleva, o que caminos lejanos nos quedan por recorrer, siempre habrá luz para el regreso. Él y yo somos uno y nuestra afinidad inmortal.
"La abundancia material y el confort estraga nuestro corazón y embota el mundo matrimonial y familiar"
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