Joaquín Araujo apadrinó la rifa solidaria que este año beneficia a la Asociación Salmantina de Lupus
La Alberca ha vivido esta mañana una de sus citas tradicionales más destacadas del invierno con la rifa del marrano de San Antón. El poseedor de la papeleta con el número 674 es el afortunado ganador del marrano, que durante medio año ha vivido suelto por las calles de la localidad siendo alimentado por los vecinos.
La lluvia y el frío fueron los dos invitados más comentados en la Plaza Mayor albercana, lugar que acogió los diferentes actos festivos, por ello, los soportales se llenaron de visitantes y vecinos de la localidad, que pese a la adversidad de los elementos no cesaron en sus tradicionales bailes al son de la gaita y el tamboril esperando la popular rifa. Desde el pasado verano los boletos se han vendido al precio de un euro, ya que la rifa es de carácter solidario.
En esta ocasión, los fondos se destinarán a la Asociación Salmantina de Lupus, que no faltó a la cita con su directiva, con la presidenta, Ana Sánchez y la vicepresidenta, Margarita Martín, a la cabeza y numerosos miembros. "Esta actividad es muy positiva para dar visibilidad para esta enfermedad, que es muy desconocida, ya no solo a nivel de la población, sino también a nivel médico. Esperamos que con un mayor conocimiento se investigue más en la búsqueda de curas para nuestra enfermedad", señaló la presidenta.
El padrino de la rifa, Joaquín Araujo "Esta es una experencia inolvidable. He hecho cine, escrito libros, pero estas actividades cara a cara son muy estimulantes con una de las supervivientes de la cultura rural, con la finalidad de compartir en lugar de competir. Estoy muy agradecido a la fortuna que me ha traído a La Alberca en el día de hoy".
El balcón del Ayuntamiento fue el escenario de la rifa, en la que tras la intervención de las personalidades, incluyendo al alcalde, Miguel Ángel Luengo, se procedió a sacar el número ganador de este año, el 674. En esta ocasión el ganador no estaba entre los presentes, por lo que se esperará un tiempo prudencial de aproximadamente un mes, y si no aparece el ganador, se volverá a sortear el cerdo.
Precisamente el protagonista, el cerdo, apareció en la Plaza Mayor cuando ya estaban repartiendo las tradicionales degustaciones de chichas, hígado encebollado y morcilla a los presentes, que no perdieron oportunidad de tocar al animal y a hacerse una foto de recuerdo junto a él.