Hasta la llegada de las tragaperras, no solía faltar en merenderos, bares, o en algunas calles, la mesa de medio metro en cuyo centro se encontraba el batracio de metal con su bocaza abierta
Si hay un juego tradicional de lanzamiento y puntería que ha tenido buenos aficionados en nuestra tierra es, sin duda, el de la rana. Chicos y chicas han jugado alguna vez a la rana, pero son los mayores quienes más lo practicaban. Organizaban sus partidas y se repartían las fichas o "petancos", para lanzarlos a la boca abierta de la rana. Ya se sabía: La merienda la pagaba quienes perdían.
Hasta la llegada de las ruidosas máquinas tragaperras, no solía faltar en ningún merendero con jardín, algunos bares de la ciudad o colocada en algunas calles de la ciudad, la mesa de medio metro cuadrado en cuyo centro se encontraba la rana con su bocaza abierta. También podía tener tres aberturas, e incluso, una con un molinillo horizontal que se movía por el impulso del "petanco".
Aunque ya no es tan común ver jugar a la rana, siguen existiendo aún en algunos lugares numerosas peñas y jugadores.
FOTOGRAFÍA