Estaba deseando que llegaran estos días navideños para poder decir y leer todas esas cosas bonitas que a todos encandilan. He leído infinidad de frases fantásticas, llenas de amor, dulzura, solidaridad? muchas de ellas acompañadas de maravillosas imágenes de personas, de paisajes, de campos helados y alguna florecilla que pugna por sobrevivir entre la gélida cencellada.
He leído y visto infinidad de comentarios alabando la magnificiencia de esos textos. He visto a mujeres y hombres emocionarse ante esas fantásticas frases, esos videos, en los que vemos a personas necesitadas escarbando entre los contenedores de basura en busca de algún mendrugo de pan. He visto brotar lágrimas al contemplar esas duras imágenes de migrantes desembarcando en nuestras costas tras un largo y penoso periplo por tierra y por mar, para encontrarse con la negativa de unos y otros para darles cobijo. He visto que los pocos que consiguen su meta, son recibidos con aplausos y abrazos. He visto cómo les cobijan con esas mantas protectoras del frío, mantas que no pueden calentar sus almas, porque después de tanto sufrimiento se han congelado para siempre y nada ni nadie puede hacer llegar hasta ellas un aliento cálido que las descongele.
He visto como multitud de hombres y mujeres se solidarizan para denunciar la barbarie de unos cobardes desalmados.
He visto renacer una pequeña llama de ilusión y esperanza en las almas de la gente que gozosos pasean por nuestra ciudad. He visto reunirse a amigos para, entre abrazos, felicitarse el nuevo año.
He visto a políticos? bueno a esos no les he visto nada bueno ni siquiera en estas fechas. Tal vez hayan sido los más coherentes.
Ahora que estos días navideños han pasado, todo vuelve a su lugar, los sentimientos vuelven a su letargo, invernarán las buenas voluntades, los buenos deseos chocarán con la realidad y se apagarán como ya se están apagando las luces de Navidad. La gente volverá a recorrer las calles con prisas, sin conocer a nadie, sin saludarse y los abrazos quedarán aparcados para mejor ocasión.
Nuestros sentimientos volverán a refugiarse en lo más íntimo de su cueva a esperar a que otra Navidad les despierte, aunque sólo sea por unos días.
Es que, eso de ser solidario, coherente, ayudar al prójimo, escuchar al otro, empatizar y todo lo que sea ser generoso con los más necesitados, es algo que cuesta mucho ejercerlo durante todo el año. Así que lo hacemos durante unos días, y ¿cuándo mejor que en estas fechas? Calmamos nuestra conciencia y con ella tranquila y satisfechos por lo buenos que hemos sido ¡hala! a esperar al año que viene para ser buenos durante unos días ¡pero sin pasarse eh!
Tan sólo los políticos seguirán con su ininterrumpida marcha marcial hacia la nada, sin que espíritus navideños ni ninguna otra mandanga, les haga distraerse de su absurdo rumbo.
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