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Me falta un trimestre
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Me falta un trimestre

Actualizado 21/12/2018
Mercedes Sánchez

Cada año llegan antes. Los turrones y el resto de dulces se ponen en fila y se van colocando en montones en los supermercados, donde ya aparecen a finales de Octubre. Las rebajas de Navidad se adelantan al Black Friday, que "nos han dicho" que es en Noviembre. Y, a partir de ahí, las películas navideñas inundan los canales. Incluso en aquel en el que cada fin de semana toca peli de miedo o de suspense porque la niñera, que tiene un trastorno psicopático, es muy-muy mala y ella muy-muy buena y acaba persiguiéndola corriendo por toda la casa, puerta tras puerta, y finalmente, por suerte, logra zafarse de ella y la detienen; o porque la amiga es una envidiosa y quiere quitarse a la protagonista de en medio para quedarse con el marido con la casa con el coche y con los niños (que, en algunos casos, sería una bendición, no digo que no, que se hiciera una amiga con el lote completooo?). El caso es que todas ellas se cambian por películas navideñas, en las que hay una segunda oportunidad para todo: para que ella se vaya al pueblo a cuidar a su madre y encuentre por casualidad a ese chico del instituto que renunció a ella para que pudiera cumplir su sueño de triunfar diseñando modelos en Nueva York y ella, en cuanto le ve, deja plantado al compañero de trabajo con el que se había prometido, que es un ambicioso, para quedarse allí, de por vida, haciendo madalenas y viendo cómo su chico del "insti", que se dedica a hacer trabajos de madera, logra por fin terminar ese precioso barco que estaba en espera desde que ella se fue y lo inauguran con botellazo incluido en medio de la mar, mientras la madre, ya recuperada, le dice adiós desde la orilla y por fin puede irse de viaje con aquel vecino médico que siempre le gustó; por descontado, eso sí, después de decorar profusamente con luces la fachada de la casa y de cantar Noche de Paz con sus amigas del coro por el vecindario con jerséis de renos. (Aaaaaayy? Cojo aire en el rato de los anuncios?).

Sí, la Navidad se nos pone precozmente delante, con tozudez, con insistencia y contumacia, todo a la vez, para que nos demos de bruces con ella, sin dejarnos esperar, esperar con avidez, con esperanza, con ganas, con deseo. Con echar en falta. Con echar de menos. Y vamos por la calle oyendo anticipadamente villancicos y pisando trocitos de alfombra roja a la puerta de las tiendas, y viendo adornos de acebo, y maniquíes con gorros de Papá Noel. Luces en las calles, árboles iluminados, belenes en los escaparates, cestas en los ultramarinos y ropa interior roja por doquier. Ya tenemos el lote completo: ¡ya hemos dado las pinceladas de Navidad por la ciudad!

A menudo, cuando preguntamos qué tal ha ido la Navidad, la mayoría responde: "como siempre", "lo de siempre"? Sólo cuando algún acontecimiento importante perturba esa "calma" somos conscientes de que "lo de siempre" suele ser la mejor opción. Y pasarlo con las personas a las que queremos es la mejor alternativa. Así que, deberíamos hacer lo posible por vivirlas muy desde dentro, procurar que la vida de quienes nos rodean sea un lugar habitable, que la convivencia sea fácil, que los días sean memorables, que el tiempo se convierta en espacio de encuentro.

Hoy me he llevado un gran regalo. He podido escuchar la voz de alguien a quien aprecio mucho desde hace muchísimos años y a quien, por necesidades del guion, hace tanto tiempo que no veo. Las nuevas tecnologías nos lo ponen más fácil? a veces. En ocasiones perdemos ese hilo. Porque hay algún cambio, en la vida, en el domicilio, en el teléfono, en las circunstancias? Pero ha seguido llegando su felicitación cada Navidad, sin faltar ni una, y yo sabía, porque esas cosas las siento, que ese cordón umbilical seguía ahí. Curiosamente, nuestras tarjetas este año se han cruzado. Al abrir la suya, venía su teléfono, así que he ido rápidamente a llamar, y según estaba empezando a hablar con ella, ella llegaba a casa y recogía la mía de su buzón. ¡Si lo hubiéramos preparado a propósito no habría existido mayor coincidencia!

Mi recuerdo especial en estas fechas a todas las personas que conozco. A todas las personas que me leéis. A quienes faltan y a quienes están. A quienes luchan ante la adversidad o ante la distancia, con mucha fuerza desde aquí. Y, por supuesto, a quienes tanto necesitan (una tierra, un techo, un cobijo). A los niños del mundo, que deberían ser queridos, respetados y cuidados porque son el mejor tesoro.

PAZ en el mundo y en los corazones. FELIZ NAVIDAD.

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