El aumento del uso de vehículos de movilidad personal para el transporte en las ciudades alcanza cotas hasta ahora desconocidas y la falta de una regulación específica a nivel local está generando conflictos
La llegada de patinetes y ciclomotores eléctricos o hoverboardsy segways a las calles de Salamanca ha cambiado sustancialmente la estampa de muchas vías y espacios de convivencia tradicionales pero, sobre todo, ha introducido a nuevos ciudadanos que, a pesar de ser silenciosos, discurren a mucha velocidad. Ello incorpora complicaciones a la hora de regular su uso ya que estos tienen potencias variopintas y velocidades que pueden alcanzar más de 40 km/h., en muchos casos rodando por aceras y zonas restringidas al tráfico motorizado.
La regulación actual de estos vehículos eléctricos está tenuemente amparada en la norma UE 168/2103 y en una reciente instrucción de la DGT (16/V-124), ambas diseñadas tan solo con el fin de clasificar mejor los diferentes aparatos que en este momento están disponibles en el mercado y que, sin duda sospechamos, evolucionarán rápidamente en nuevas formas y conceptos.
Desde el Comité de Bici Urbana Guardabarros reconocen su oportunidad por cuanto suponen un menor impacto en el escenario urbano ? al ser más sostenibles y silenciosos ? pero no por ello, elementos que por sí solos favorezcan una mejoría de la movilidad urbana. El aumento de su uso, según las estadísticas disponibles, no ha repercutido directamente en la disminución del uso del vehículo privado e, incluso algunos casos, ha supuesto una merma del uso de la bicicleta. Se trata además de una "movilidad pasiva" que no requiere esfuerzo alguno, en clara desventaja con la ciclista, inherente a una forma activa de ejercicio y, por lo tanto, de salud pública en general.
Las escasas ordenanzas aprobadas desde instancias municipales en nuestro país no han sabido distinguir bien a las bicicletas y pedelecs (bicicletas eléctricas) frente a los VMPs, equiparando en muchos casos su uso y, por lo tanto, desregularizando los espacios de convivencia. Dada la inconcreción de la DGT en el ámbito del uso y gestión, se debe entender que la regulación será definida en la escala local y que, por lo tanto, serán los consistorios los que pongan freno al uso indiscriminado de estos nuevos modos de transporte por toda la ciudad.
Para el Cómite de Bici Urbana Guardabarros, la circulación de VMPs en Salamanca debe estar restringida, de tal forma que solo aquellos aparatos con potencia inferior a 250 W y que no superen los 25 km/h. sean los que puedan convivir con la bicicleta, especialmente en los itinerarios segregados como carriles bici y aceras bici. Todos aquellos otros vehículos que, bien por diseño o potencia no cumplan con estos requisitos, exceptuando los vehículos eléctricos para personas con movilidad reducida, deberán circular por la calzada, reservando los espacios peatonales y protegiéndolos del transporte motorizado y de los VMPs.