El centro-este europeo se desalinea de la democracia y los Derechos Humanos

Juan Pablo Cabrera Izquierdo

Activista por los Derechos Humanos

La Europa que conocemos hoy en día es un conjunto con una de las economías más dinámicas del globo y uno de los niveles de vida más altos y desarrollados entre las naciones progresivas. Ha atravesado dos guerras mundiales que se llevaron la vida de decenas de millones de inocentes y, por ello mismo, ese desarrollo viene acompañado de experiencia. Muchas de las naciones europeas vivieron duras épocas de reclusión, persecución, ocupación y dominio dictatorial y tiránico a manos de terribles dictadores como Adolf Hitler, Benito Mussolini, Josef Stalin y Francisco Franco; nombres que resuenan en la historia mundial de la infamia debido a sus intenciones lideradas por ideologías nacionalistas, fascistas y racistas que no tienen ya lugar en los sistemas legales europeos.

Esta experiencia surgida de situaciones amargas se desarrolla en la actualidad como un aprendizaje de 28 naciones de Europa que han conformado una unión económica y política y que han establecido valores democráticos y humanos que prevalecen bajo el manto jurídico de lo que llamamos Unión Europea (UE), organización regional que últimamente lidia contra el neo-nacionalismo y el debilitamiento de la democracia en ciertas repúblicas del centro-este de Europa.

Estas mismas naciones post-comunistas del ex bloque del este soviético tuvieron largos periodos de dictadura, donde regímenes de tinte autoritario segaron los derechos a la libre expresión, prensa, pensamiento, reunión y asociación. En la actualidad, estas mismas naciones, entre las principales Hungría, Polonia y República Checa, han alcanzado niveles de crecimiento económico similares a los de Alemania y Austria. No obstante, lejos todavía están de llegar a tener los niveles de democracia y respeto por la ley internacional y los derechos humanos que sus pares alemanes, franceses o austriacos han alcanzado.

Hungría, liderada por Viktor Orbán (desde 2010) y el partido FIDESZ, que nació justamente gracias a la lucha por la democracia (Alianza de los Jóvenes Demócratas) en 1988, deterioró con el pasar del tiempo sus ideales, convirtiendo a FIDESZ en un partido definido como la Unión Cívica Húngara que contiene ideas de tipo conservador y ultra-nacionalista. Viktor Orbán ha exaltado el sentimiento nacional y ha afirmado varias veces que Europa es un continente cristiano donde los musulmanes no son bienvenidos, y que la crisis migratoria de 2015 pone en riesgo los valores e identidad europeos y húngaros. Lo cual le ha servido de excusa, con la venia y soporte de sus vecinos del Grupo de Visegrad (V4), para vulnerar los derechos de solicitantes de asilo y refugio que en su mayoría proviniesen de Siria, país destruido por una guerra civil.

En junio de 2015 Hungría construyó una barrera de 175 kilómetros en sus fronteras con Serbia y una extensión de 40 más fue hecha en la frontera con Croacia, mientras Orbán decía: "el antiguo telón de acero se construyó contra nosotros. Este fue construido por nosotros". En definitiva, Hungría recientemente ha tenido que vérselas con Bruselas, después de la publicación del Informe Sargentini presentado por el Parlamento Europeo, el cual a la vez, ha votado mayoritariamente sobre la urgencia de que los miembros de la UE pongan en marcha el artículo 7 del Tratado de Funcionamiento de la organización, que supondría la suspensión del derecho a voto de Hungría en la UE por violar el orden democrático y atentar contra las derechos humanos.

El Informe Sargentini fue trabajado por la eurodiputada holandesa Judith Sargentini y plantea, entre otros asuntos, que en Hungría: existen restricciones de la libertad de prensa y expresión al no permitir a los medios acceder a fuentes estatales, y según fuentes de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), hubo un sesgo altamente polarizado y sin crítica analítica de los medios durante las últimas elecciones en abril de 2018; corrupción y conflictos de interés como la entrega de 35 contratos subvencionados por la UE que quedaron a cargo del yerno de Orbán; protección inadecuada de información privada, ya que el Estado húngaro interfiere arbitrariamente en el derecho a la privacidad de las comunicaciones, según fuentes del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas; actitudes estereotipadas en torno a la mujer, pues se han dado una serie de declaraciones discriminatorias por parte de figuras políticas sin tomar medidas, y se han eliminado los "estudios de género" en las universidades del país en agosto de 2018; a la vez, el informe habla de una "ausencia de verdadera consulta y de una inadecuada inclusión de la sociedad civil"; mientras que la Constitución ha sido enmendada 6 veces desde 2012, convocando referéndums para contradecir las disposiciones de la UE, como la cuota de refugiados.

A la par, Polonia y el partido de ultra-derecha conservadora PiS, que ha alentado una posición regional en defensa de su aliado húngaro en el Consejo de la UE y ha intentado, desde 2015, manipular el poder judicial, ha tenido que enfrentar la sentencia de la Corte de la UE este octubre de 2018. La Corte ha ordenado a Polonia revertir su purga de jueces de la Corte Suprema del país, congelando cualquiera de los cambios que el estado polaco pueda alcanzar. Covadonga de la Campa, Directora de la Oficina de Instituciones Internacionales Europeas de Amnistía Internacional ha dicho:

"La orden judicial de hoy deja en claro que es inaceptable que Polonia ignore los principios más fundamentales de la UE. (?) Las autoridades polacas han estado nombrando apresuradamente nuevos jueces a pesar del caso de infracción en curso y los procedimientos del Artículo 7. Es alarmante que a pesar de que el estado de derecho es una de las piedras angulares de la UE, las cosas hayan llegado tan lejos"

Varias ONGs de derechos humanos han aplaudido la intervención de la Corte Europea. De ahora en adelante se espera que la UE pueda enfrentarse a la tendencia de ultra-derechismo que surge en varios estados, no solamente en el centro-este de Europa sino también en Italia, Turquía y Estados Unidos, que legitiman el discurso agresivo contra los derechos humanos y opacan la experiencia que Europa tiene como continente.