SOBRADILLO | Las necrópolis de La Colmenera en Sobradillo y del castro de Yecla la Vieja ofrecen vestigios relacionados con los santuarios rupestres
Las piedras graníticas del noroeste salmantino, impresionantes por su tamaño y las formas que la erosión de la naturaleza les ha proporcionado, guardan además copiosos vestigios arqueológicos como las enigmáticas tumbas antropomorfas relacionadas con la siempre misteriosa cultura de la muerte.
Se trata de sepulcros excavados en piedra y con forma humana encontrados en las proximidades de ermitas, iglesias, en los castros o en pequeños cerros aislados, siempre asociados a contextos arqueológicos tardo-romanos, visigodos e incluso altomedievales.
La ubicación y la misma tipología de los sepulcros pétreos y su posible significado espiritual están relacionados, en muchos casos, con los llamados 'Santuarios rupestres', lugares donde se rendía culto a la Naturaleza, de acuerdo con el mundo religioso de los pueblos prehistóricos.
Siendo la piedra un elemento primordial de la naturaleza, símbolo de lo imperecedero, se entiende que haya sido objeto de sacralización desde tiempos remotos.
Como muestra de la ubicación de estas necrópolis cerca de asentamientos prehistóricos romanizados están las tumbas localizadas en el entorno del castro de Yecla la Vieja, algunas al lado de la muralla, unas datadas en la época vetona y otras de los pueblos que habitaron posteriormente este recinto.
Las recientes excavaciones en el exterior del castro dejaron al descubierto la necrópolis, con la aparición incluso de un esqueleto. En la estación interpretativa habilitada en el lugar del descubrimiento, además de ofrecer información sobre los rituales funerarios de vetones y romanos, se muestran hoy al visitantes ejemplos de distintos tipos de de tumbas construidas con lajas de granito, expuestas bajo una pirámide de cristal junto a una reproducción del esqueleto.
LA COLMENERA
Una de las necrópolis pétreas más interesantes del oeste salmantino se sitúa en Sobradillo, en el paraje de La Colmenera, en las Arribes del Águeda. En este enclave se conservan más de 200 sepulturas excavadas en la roca, en un yacimiento con abundante cerámica tardo-romana, las conocidas popularmente como "sepulturas de los moros".
Este lugar está considerado como uno de los Santuarios Rupestres más importante de Salamanca. Algunas de las "piletas" están provistas de canalillos tallados en la roca, indicio de que servían para la realización de sacrificios, rito habitual en un "lugar sagrado". El historiador César Morán apunta la posibilidad de que en este lugar se asentara un castro vetón posteriormente romanizado y habitado por otros pueblos. En su libro "Reseña histórico artística de la Provincia de Salamanca", publicada en 1946, habla de la existencia de "cimientos como de casas?. Ladrillos romanos con rebordes, ruedas de molino de mano?.. y muchos restos de cerámica".
También en otros pueblos de la comarca del Abadengo se encuentran enclaves con tumbas excavadas en piedra. En el término de Hinojosa de Duero se conserva un importante asentamiento en El Rodillo de la Laja, donde se pueden contemplar una docena de tumbas excavadas en una misma roca, en dirección al cerro de San Pedro, donde hoy se conserva la ermita románica, posiblemente levantada en el mismo solar donde se asentó un castro vetón.
En La Redonda, en el paraje de Las Atalayas, se encuentran varias tumbas antropoides excavadas en la roca, en el medio de un asentamiento tardorromano y a poco más de 400 metros de la Peña del Perdón, considerada como un santuario rupestre.
En el término de Bañóbarez se encuentra un enclave singular por la importante colección de sepulcros conservados, un centenar, y su ubicación, en la dehesa de Medinilla, una finca de ganado bravo. En el mismo término municipal, en el paraje de La Perihuela, hay una necrópolis con tumbas en forma de trapecio, que pertenecerían a la época visigótica.
En la vecina localidad de Fuenteliante, en la dehesa de Centenares, hay sepulcros excavados en las peñas, de época tardo-romana.