?No hay nada que pueda despertar tú interés. Regresa, deja que todo siga durmiendo entre los musgos de las viejas piedras.
?No puedo, he de saber la verdad.
?¿Que verdad?
?¿La voz con halo se sangre interroga?
? ¿Es usted de aquí?
?Sí
?Pues hace muchos años que el viejo camino no se transita, es solamente un lecho cubierto por matas color de olvido.
?¡Isabel!
?¿Estás ahí?. Percibo el aroma del tabaco que desprende su pipa
? ¿Estábamos?
Alguien pone la mano sobre mí espalda, el portón principal se abre misteriosamente. Voces cruzándose
?Yo he sido el elegido.
?No puedes juzgarme, soy inmortal
?¿Qué dices? Protesta la joven de rubios cabellos.
Las voces se hacen inaudibles.
Despierto temprano envuelta en sudores, mí cerebro está agitado, excitado. No debo hacer caso, fue un sueño cargado de nostalgia. ¡Tan real!, ?Ellos siguen ahí, no puedo deshacer el nudo que los oprime. Acaricio la medalla de madre que cuelga de mí cuello.
Exploraré cada rincón, cada estancia. Y pase lo que suceda? resistiré
Abro los armarios, cuelgan de perchas hermosos vestidos que dejan oír el sonido del frufrú rozando contra los muebles, diademas, sombreros con tules, plumas y flores, guardados en cajas forradas de terciopelo rojo, chalecos de seda con dibujos de cachemir, escarpines, merceditas bordadas en plata y oro, lazos variados. ¡Que mundo tan maravilloso!
Me siento emocionada. Abro las puertas de los armarios del cuarto de mí abuela, respiro profundamente aun conservan su aroma lavanda y vainilla, la mecedora parece balancearse misteriosamente.
Plaf, Plaf, Plaf! La parte acristalada de la alacena emite un sonido a piezas de porcelana rotas. Mi desazón aumenta. Abro la ventana que da al huerto, el viento golpea con fuerza.
¡Que raro! los arboles, las flores, la tierra, han perdido su aroma
El crujido seco de un arbusto pide entre agónicos sonidos? ¡Agua!
La fatiga me sobrecoge, un ensueño recorre mí cuerpo.
Corro y río entre arboles, suenan con fuerza las mismas palabras de mi llegada
?¡Vete!
Llego al riachuelo, una voz desde la otra orilla me habla con dulzura
Mi boca se abre una y otra vez, no encuentro palabras. Alguien invisible toma mi mano con ternura mientras susurra
?¡Debes irte!
?¡No puedo!. Mí cuerpo se tambalea.
?Isabel por qué no quieres irte, aquí solo quedan cenizas de un ayer hermoso y terrible, sueños, solo sueños.
?No hago caso a la voz, antes de morir sabré la verdad ?Momento que solo Dios sabe cuándo?quiero poner por escrito mi regreso a las raíces, algo que fui postergando, ahora tengo la sensación que alguien me apremia para que escriba la verdadera historia.
Me costó ¡tanto tiempo aceptar que debó regresar!, protesté contra el destino ¿Por qué yo?
La mansión lo fue todo, hoy es una enorme tumba de piedra donde se desmoronan los restos de varias generaciones. El silencio me acompaña, permitiendo comprender la memoria de los muertos oculta en cada recoveco.
Cada vez que toco los picaportes, siento el temblor de unas manos de mujer que nunca se atrevieron a desvelar la puerta ? ¡Volar!.
Su recuerdo es como una leve nota dentro de la infinita panoplia de detalles que rodean un mundo sutil, irreal, puro, elevado.
Tiemblo, sigue ahí, regando y podando los rosales, se levanta, me mira bajo la luz solar.
? ¡He vuelto!
? ¿Cuando has regresado? No te esperaba
?Hace unos días.
?Muy bien, volveré a mandar que guarden los objetos de valor bajo llave
?Me sonrío
? Isabel sabia que regresarías, los recuerdos nos acompañan, nos hacen ser sus prisioneros. Crees conocer todo sobre mí. Quizá conozcas la verdad que todos comentan, la simple verdad, nunca la última, la definitiva, esa que tratamos de enmascarar bajo mil formas.
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