Cosas del siete

Es fácil adivinar las razones por las que la decena es un número redondo en todas las culturas y sus contabilidades; lo mismo que el dos y hasta el cuatro. Tampoco es fácil saber la razón de la buena prensa del seis hasta dar con una contabilidad sexagesimal todavía en uso (hay media docena, nunca mejor dicho, de razones). Pero para el siete no es fácil encontrar referencias, facilidades, recursos naturales, límites obvios, iconos a la vista? que hagan razonable la preponderancia del siete como número redondo y cerrado.

Me sospecho que la clave está en la suma del tres (número casi universal de lo divino) y el cuatro (que abarca los muchos elementos y puntos y frentes de la existencia humana). De esta forma en el siete se reuniría todo lo divino y todo lo humano, como ya sugería el inevitable Platón, que había recibido de Pitágoras la devoción por este número. Y así es.

Están al comienzo los siete días de la creación y luego los siete sacramentos, con siete virtudes y siete pecados capitales, sin olvidar los siete colores del arco iris repartidos por los siete días de la semana y por los otros siete de cada fase lunar. Y de lo más delicado, las siete notas musicales, do re mi fa sol la si? Y con estos siete elementos se compone el mundo, se recompone la vida cristiana, se rehace la vida moral y se pinta de colores la vida entera a la luz de la luna y con la música de las siete notas de la música de cada día.

Y siete son los brazos de la menorá, el candelabro judío, siete los cielos de la felicidad mahometana, siete los dioses japoneses de la buena suerte, siete son las colas del zorro chino y eran y son siete las colinas en las que se asentó y se asienta la ciudad de Roma. Y a niveles más humildes siete eran los infantes de Lara, los siete hermanos Macabeos y siete los siete sabios de Grecia, sin dejar atrás a las siete Hespérides y a los siete contra Tebas, saltando con equilibrio hasta los siete enanitos o los siete magníficos de aquella magnífica película o aquellas siete novias para los siete hermanos, de aquella otra no menos magnífica.

Desde Salamanca recuerdo que aquello de San Isidoro, el trívium (Gramática, Retórica y Lógica) y el cuatrivium (aritmética, geometría, astronomía y música) formaban las siete ciencias de la universidad. Las maravillas del mundo eran siete y siete eran, y son, las cuerdas de la milagrosa lira de Orfeo, siete eran las vacas que en dos grupos, siete flacas y siete gordas, salían en el sueño de José, y siete serán las trompetas que anuncien el día del Juicio final. Al menos así está escrito.

Siete fueron siempre las edades del hombre, Y no me refiero a las exposiciones con ese nombre que son muchas más y que por cierto andan necesitadas ya de grandes cambios (no pierdo la oportunidad de recordarlo). Y por si fuera poco viene Jesús a rizar el rizo y dice que cada uno debe perdonar a su prójimo setenta veces siete. Lo que faltaba. Ah, sin olvidar que Magdalena tenía siete demonios y Noé tenía que meter en el arca siete parejas de cada animal

Siete son las Cabrillas y siete también las estrellas de la Osa Polar, que es el número de recopilaciones de Alfonso X el Sabio en sus Siete Partidas, hasta llegar a los siete niños de Écija, aquellos famosos bandoleros andaluces. Y curiosamente la Orden de los Servitas fue fundada por siete caballeros florentinos, siete eran los samuráis de aquella película que así se titulaba, sin dejar atrás colectivo tan importante como las siete Artes Bellas o, a un nivel mucho más bajo las siete cabrillas y el lobo del cuento o, yendo lejos, la hydra con sus siete cabezas; y necesariamente aquellas botas del cuento medían siete leguas como no podía ser menos, ¡pues no faltaría más!

Como no puede ser menos los gatos tienen siete vidas (aunque en el mundo anglosajón creo que serían nueve) y hablando de algo mucho más grava siete fueron las palabras de Jesús en la cruz y siete cabezas tiene la bestia del Apocalipsis con sus siete cuernos cada una. Y Jericó cayó en manos de los israelitas cuando dieron siete vueltas alrededor de sus murallas. Y siete cabritillos y siete velos son los del famoso baile, como son siete aunque no tengan nada que ver los servidores o diáconos que se nombran en Jerusalén según el libro de los Hechos.

Y están las siete iglesias de Asia que cita y juzga el Apocalipsis, y el orgulloso general sirio tuvo que bañarse siete veces en el Jordán para curarse de su lepra. Y el siete atraviesa la narración bíblica del diluvio y todo el relato del Apocalipsis con sus siete sellos y sus siete ángeles y sus siete bandejas y sus siete, etc?

No olvidemos, por lo que en ello nos puede ir, a los siete dones del Espíritu Santo y bajando a lo más pedestre siete son los accidentes del nombre en la gramática habitual y mirando la vida diaria siete son las obras de misericordia corporales (hoy sobre todo acoger al forastero, por ejemplo) y siete son también las espirituales (por ejemplo, la que ni se lleva ni se quiere ejercer: dar buenos consejos). Ay, que los dolores de la Virgen son siete y también son siete sus gozos y siete eran los de San José, según devoción tradicional; siete eran las órdenes de la Iglesia (desde acólito hasta presbítero) y siete las peticiones del Padrenuestro.

Repáselo cada día y comprueba cada día las siete peticiones. Y verá que funcionan. Amén.