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Cuestación, ¿contra qué cáncer?
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Cuestación, ¿contra qué cáncer?

Actualizado 15/09/2018
Alberto D.

Ayer, viernes, fue la cuestación contra el cáncer. Un año más un grupo muy amplio de mujeres (no sé si habría algún varón, yo no vi a ninguno en las tres o cuatro mesas que vi) se repartieron con sus mesas por la ciudad y pidieron, con elegancia y sin agobio, una ayuda para financiar la campaña de la Asociación, que es sobre todo prevención, información e investigación contra el cáncer.

Siempre me pareció una deficiencia estatal el que no corriera a cargo de los presupuestos generales todo ese importante contenido de la campaña y que tuvieran que salir al paso asociaciones así para cubrir lo que parecería obligación del gobierno. Pero eso es otra cuestión y yo quería hablar de otra cosa.

Es lo que me ha venido a la mente al saber lo de la cuestación: ¿no habría que hacer otras cuestaciones para prevenir y erradicar otros tipos de cáncer? Y me pareció un tema actual y atrayente. Porque tenemos un estado general de salud nacional muy canceroso. Si los diarios y telediarios son los marcadores de nuestro cáncer, parece incluso a primera vista sin analítica previa que padecemos un cáncer invasivo. Y sin duda hay prevenciones y terapias que podrían mejorar nuestra situación, pero parece que los encargados de aplicarlas andan distraídos con sus rifirrafes particulares. Oh tiempos?

Se ven con demasiada evidencia ciertos tumores en el mundo del trabajo, con contratos de basura tanto por la duración como por el salario. Y lo tomas o lo dejas, porque aquí cada uno se arregla como puede. Ni justicia legal ni justicia laboral ni justicia distributiva, porque el trabajo también es, como otros bienes generales, un bien común y debiera estar retribuido y distribuido con equidad. Es un viejo tumor que a veces hasta se provoca y pocas veces se le busca tratamiento eficaz. Quizás por eso la HOAC anda en una campaña Por un trabajo decente. Lo entiendo?

Otras zonas de la sociedad con graves tumores son la conciencia y la responsabilidad de cada uno. Incluso de cada grupo social, político, religioso, deportivo o de lo que sea porque en todos esos campos hay personas corrompidas y espacios dañados. Anda por ahí, en todos los niveles, aunque se ve más en los que están más a la vista pública, una epidemia, más una endemia, de cáncer de forma que hay días que parece que hay una metástasis general.

Ahí está la corrupción, en variadas formas y modalidades, que no cesa ni de día ni de noche; el abuso sobre niños o sobre mujeres, las más de las veces por parte de los que más respeto deberían haber interpuesto ante ellos. Es éste un cáncer de especial malignidad. Nos llegan desde la vida social y pública la trampa y la mentira como modos habituales de comportamiento, especialmente en los niveles de intervención pública en los que tendría que haber extrema ejemplaridad y que es donde precisamente se dan los más graves y vergonzosos escándalos. Hay mucho cáncer suelto y el ciudadano corriente y sano ya no sabe a qué atenerse. Necesitaríamos, los que andamos por aquí abajo, una cuestación para prevenir, investigar y actuar en contra.

Y salen luego los ídolos de todos los días de cien clases distintas, atractivos, bien plantados, bien financiados, lucidos y lúcidos con la firme voluntad de hacerse los amos de todo y con los medios necesarios para hacerlo. Puede que sea la clase más mortal de cáncer. En pocos años ha diezmado a la población, en la que demasiadas veces ya cuenta casi sólo la ganancia rápida, el placer fácil, el abandono de los valores humanos y religiosos, la avaricia sin medida y la indiferencia ante cualquier cosa importante. Y claro, a poca analítica que se le haga, se le detecta un aire general tan enfermizo y mórbido que es síntoma de que algo grave nos está pasando. Aquí, en esta sociedad, hay mucho cáncer encerrado y habría que aplicarle la radio y la quimio con urgencia. Vamos a empezar por los menos la cuestación como primer paso de emergencia.

Y no hace falta advertir que a la vez, como pasa en cualquier organismo vivo, hay muchas zonas nuestras que gozan de buena salud y también necesitan una campaña de defensa y de promoción. Hay muchos espacios de justicia y de solidaridad, el amor en todas sus formas también es una epidemia, la fe y la fidelidad y la sensibilidad y la profundidad de afectos y pensamientos andan sueltos por nuestras calles.

Hay muchas cosas en las que gozamos de buena salud. Y hay que defenderlas, aunque sea empezando con una cuestación de valores éticos y morales.

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