Ese año el Ayuntamiento decidió acabar con los jardines que adornaban el ágora desde 1870, se sustituyeron las flores por losas
El símbolo más llamativo de los cambios de los cincuenta fue la apertura de la Plaza Mayor modernizada de golpe durante la primavera de 1954, cuando la ciudad se preparaba para recibir a Franco
Cuando anunciaron las autoridades que Salamanca iba a celebrar el VII Centenario de la Universidad y que ésta concedería a Franco un Doctorado, el pleno municipal del 11 de enero de 1954 decidió reformar la Plaza Mayor y enseguida comenzaron las obras con ayuda económica del gobierno; entre enero y mayo el Ayuntamiento hizo arrancar las flores y colocar las losas, acabando así una época, la de los jardines, iniciada en 1870.
Durante años se había hablado de eliminar los restos de las plantaciones orientándose hacia unas normas de carácter urbanístico, pero a la hora de la verdad, el cambio llegó en forma de tractores que escavaron y prepararon el enlosado sin el menor obstáculo teórico.
Tras el enlosado muy pronto los coches inundaron el amplio espacio, anunciando la oleada de cambios que iban a sacudir los cimientos de la ciudad y el país entero. La Plaza se convirtió en un inmenso estacionamiento, a modo de feria automovilística el espacio heroico de la cultura del franquismo sirvió ahora de escaparate propagandístico para una cultura completamente ajena al régimen.
Con el crecimiento del turismo en los años sesenta, los extranjeros y los salmantinos que serpentean entre coches y terrazas convirtieron en rutina el mundo soñado diez años antes.