El nombre de la vía se justificaría por los muchos datos sobre la presencia de artesanos bordadores en la zona, pero también parece ser debido a otros artesanos, los fabricantes de bohordos
Al contrario de lo que ocurre hoy día, Salamanca era una ciudad sin orden ni concierto constructivo, las calles eran tortuosas, estrechas, poco iluminadas y malolientes.
Las viviendas se fueron construyendo cerca de las iglesias que levantaban cada grupo repoblador, pero de aquellas calles que dieron forma en su día a la ciudad poco queda ya, algunas desaparecieron y otras fueron reformadas con el tiempo.
Una de ellas es la calle Bordadores, nombre que se justificaría por los muchos datos sobre la presencia de artesanos bordadores en la zona, pero también parece ser debido a otros artesanos, los fabricantes de bohordos, unas varitas o cañas obtenidas de juncos de espadaña y empleadas en los juegos de cañas.
Estos juegos eran una especie de torneo medieval muy propios de caballeros, se remontan al siglo XII y en ellos un grupo de hombres a caballo se arrojaban entre sí los bohordos, a modo de lanzas, parándolas con los escudos.
Dejó de practicarse a inicios del siglo XVIII, sin embargo se creé que pervivió, perdiendo su carácter noble, practicándolo durante el siglo XIX y gran parte del XX, entre dos grupos de mozalbetes que se arrojaban piedras entre sí, por el simple hecho de divertirse, terminando cuando aparecía la primera sangre, en forma de "pitera" en la cabeza.
Aquel juego por fortuna desapareció, posiblemente porque aquellas calles empedradas con el tiempo acabaron siendo asfaltadas.
FOTOGRAFÍAS
Carro por la calle Bordadores.
Calle Bordadores en 1962.
Casas de la calle Bordadores apoyadas en el convento de las Úrsulas y derribadas en 1939.