Voy a hablar de algo no muy novedoso y original, voy a hablar de Franco, sí de Franco, pero no solo del Franco muerto y exhumado, ya que mi intención no es la de seguir dándoles la vara.
Sobre esto el Gobierno ?"que ya vamos tarde", dijo la ministra Calvo- se ha pronunciado de la única forma que lo haría cualquier gobierno progresista: con diligencia; no llegando, por supuesto, a la rapidez sumarísima de los gobiernos del propio generalísimo.
Y este hecho de hoy, o sea, el de la exhumación, lo apoyaría hasta el mismísimo Franco; si no, escuchen lo que dijo en el año 1964, con ocasión de los "25 Años de Paz y Progreso", con dotes de profeta y sin temor a pecar de vanagloria: "el gran mérito del Movimiento político español es el de haber sabido ver, con un cuarto de siglo de anticipación, los derroteros por los que el mundo había de pasar". (¡Para qué hablar del millón y pico de parados que habían emigrado a Alemania y otros países durante aquellos cuatro últimos años trayendo divisas!).
¿Quién piensa, visto lo anterior, que un hombre con tales dotes de premonición no iba a prever que un día, tarde o temprano, lo sacarían del Valle de los Caídos? ¿Y a ver cómo iban a explicar la Democracia -si no es de manera "acomplejada"- los maestros que fueran con sus alumnos al Valle y les tuvieran que decir que la lápida de honor de aquel enclave oficial la detenta el único "no caído" y cuasi responsable de la muerte de los allí enterrados?
Pero Franco, como se decía en la época, no daba puntadas sin hilo, y quizá pensara que mal enterrado en el Valle de los Caídos y después "resucitado" era volver a ganar como El Cid. Por ello, seamos inteligentes y hagamos de esto un asunto de signo burocrático: que descanse en otra parte con total dignidad -como debe corresponder a todos los que están en las cunetas- y nos deje caminar a los españoles, puesto que es verdad, señores de la derecha no franquista e izquierda, que hay que emprender otros temas de bienestar social de suma urgencia y no perder mucho tiempo en esto de mover los restos. Y para el generalísimo, si hizo algo bueno, que Dios se lo pague, nosotros hasta rezamos por él en las escuelas en aquellos cuarenta años.
Hecho este exordio, vamos a hablar sobre el Franco vivo, pero ni siquiera del Franco que ganó la guerra, sino de algo que trataríamos como una anécdota si no hubiera habido un muerto en el suceso. Quizá la muerte rondara siempre la vida de Franco, fue como su sino, pues el pasado 22 de agosto hizo 83 años -ocurrió en 1935- en que el Inspector General del Ejército, su cargo en la época, tuvo un accidente de tráfico en el que perdió la vida un ciclista. Un hecho que, es de suponer, pudo cambiar el rumbo de la Historia, pero por fortuna para él, habiendo volcado el vehículo, Franco salió ileso y su señora con unas pequeñas magulladuras y arañazos.
Es un suceso ya lejano pero que, paradójicamente, lo tuvimos muy cerca, puesto que ocurrió aquí al lado, entre los pueblos de Calvarrasa de Abajo y Pelabravo, a menos de 8 kilómetros de Salamanca capital.
El fallecido, que iba acompañado de otro ciclista, era natural de Calvarrasa de Arriba y junto a su compañero se habían desplazado a pedir trabajo a una de las eras cuando tuvieron la mala suerte de coincidir con el vehículo del general, que lo conducía un sargento de Ingenieros y como copiloto un soldado.
"El Adelanto", en su crónica del accidente señalaba: "que puesto que no existió testigo presencial, es posible que, al tocar el claxon el conductor del automóvil, surgiera uno de esos momentos de vacilación entre ciclistas y conductor".
Por supuesto la crónica del periódico estaba llena de detalles y muestras de cumplido por parte de amigos y personalidades, pero la realidad fue que, según se ha informado pasados los años, la humilde familia del muerto no fue indemnizada, las bicicletas no se pagaron y, como broma, diremos que ni al general ni a su señora le multaron por no llevar el cinturón y ni siquiera al conductor le quitaron los puntos por no apartarse ante la confluencia con unos ciclistas. Eran otros tiempos.
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