El investigado le aseguró al instructor que le tomó la primera declaración no acordarse "de nada" de lo que ocurrió aquella noche
"Estoy jodido, no sé ni lo que he hecho". Con estas palabras respondía ayer Manuel M. B., el presunto autor del crimen de Castrillo-Tejeriego, a las preguntas que le hizo El Norte cuando abandonaba las dependencias del Juzgado de Instrucción número 1 camino de la cárcel provincial de Villanubla. Tres agentes de la Guardia Civil escoltaban al detenido, con las manos esposadas a la espalda, tras declarar ante el magistrado José María Crespo, en funciones de guardia este martes, por espacio de unos veinte minutos. El presunto autor del crimen se volvió ante las dos cuestiones que le planteó la prensa ? 'Manuel, ¿cómo te encuentras?, ¿te arrepientes de lo que has hecho?'? y fue entonces cuando, de su boca, se apuntó la primera pista de cuál podría ser la estrategia de la defensa, como más tarde se confirmaba.
El investigado le aseguró al instructor que le tomó la primera declaración no acordarse "de nada" de lo que ocurrió aquella noche «entre las tres de la madrugada y el momento en el que fue detenido» por la Guardia Civil junto a su domicilio, en la calle Arca Real del barrio de Delicias, según apuntaron desde el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.
Como añadieron más tarde otras fuentes relacionadas con el caso, el excesivo consumo de alcohol y de sustancias estupefacientes podría ser uno de los argumentos que se esgriman como atenuante de esta tragedia, que acabó con la vida de Félix Carrión Moras, de 46 años de edad y padre de dos niños pequeños, y que causó heridas de diversa consideración a otras tres personas.
El juez acordó el ingreso en prisión, comunicada y sin fianza de este joven de 32 años al apreciar la posible comisión de cuatro delitos: asesinato, homicidio en grado de tentativa y sendos ilícitos penales por lesiones. Los cargos coinciden con el número de víctimas que se contabilizaron en el tiroteo registrado el domingo a las seis de la madrugada en el bar Maribel del municipio vallisoletano, cuando tras una discusión sin mayor trascendencia Manuel M. B. salió del establecimiento, fue a su casa, cogió una de las cuatro armas largas con las que practicaba su afición a la caza y volvió al local para, sin mediar palabra, disparar a bocajarro a cuatro de las cinco personas que en ese momento se encontraban tomando algo en el establecimiento. La subdelegada del Gobierno, Helena Caballero, lo llegó a definir como «un cruce de cables» del que únicamente salió ileso otro hombre al que llegó a encañonar con la escopeta y al que le salvaron sus súplicas para que no apretara el gatillo, según relató el propio protagonista el pasado domingo tras el suceso.
Escasa colaboración
A las doce de la mañana, el arrestado llegaba al edificio de los Juzgados de la calle Angustias en un coche camuflado de la Benemérita. El vehículo, un Renault Megane, accedía a las dependencias por el garaje de la calle Torrecilla. Eran las 13:34 cuando lo subían de los calabozos para ser interrogado. Antes, el abogado del turno de oficio que le atendió en un primer momento y el letrado que la asistirá en el proceso, José Antonio Pizarro, repasaban a las puertas de Instrucción 1 el atestado de la Guardia Civil.
Manuel M. C. vestía una camiseta verde, pantalón vaquero y unas botas de trabajo. Entró al despacho de José María Crespo con media sonrisa en su rostro ?incluso saludó cortés a una mujer y a su marido que esperaban a una amiga en uno de los bancos de los juzgados, pero a la salida su cara era más que seria. Comenzaba a ser consciente de que su situación se iba a complicar. Y mucho, a tenor de los cargos que pesan contra él.
Desde su detención y hasta el lunes a las doce de la mañana, Manuel M. B. ha permanecido en los calabozos de la Comandancia de la Guardia Civil del barrio de San Isidro, en la capital vallisoletana. Los investigadores han agotado el plazo legal de 72 horas antes de pasarlo a disposición judicial, con el objetivo de no dejar flecos sueltos en las pesquisas que han llevado a cabo. Sin embargo, al parecer, la actitud del joven no ha sido de colaboración. De hecho, ayer por la tarde se mantenía abierto un dispositivo para buscar la escopeta con la que se cometió el crimen. El día de los hechos se registraron sus domicilios ?el familiar de Castrillo-Tejeriego y el de Valladolid?, así como el vehículo en el que huyó a la ciudad sin encontrarla. Ahora, tratan de averiguar si la escondió en algún punto del camino que separa el pueblo de la ciudad. Su afición cinegética le convierte en un buen conocedor de la comarca. Tampoco quiso aportar esta información en su declaración en sede judicial ante el magistrado.
El joven, que había sido candidato de la formación Toma la Palabra a la Alcaldía por su pueblo en las últimas elecciones municipales, cuenta con antecedentes por un delito menor de amenazas a un concejal y es calificado de «conflictivo» por algunos de los vecinos. Entre los episodios que avalarían esta afirmación, destaca uno ocurrido en una fiestas del pueblo cuando Manuel abrió un extintor en el salón de actos donde se celebraba la verbena, que se saldó con varias intoxicaciones de los presentes en el baile.
Será el Juzgado de Instrucción número 6 el encargado de la investigación. En las próximas semanas, una vez que los heridos se recuperen, comenzará una ronda de declaraciones para determinar qué sucedió aquella fatídica noche y qué pudo desencadenar la reacción del presunto autor del crimen. Su abogado, José Antonio Pizarro, no quiso hacer declaraciones tras el interrogatorio. «Mi defendido y su familia han pedido que no comente nada», dijo escueto.
Los dos heridos que aún permanecen ingresados ?uno fue dado de alta el lunes? evolucionan de forma favorable. El más grave, Chuchi Curiel, que regenta el bar de Castrillo-Tejeriego y que recibió un disparo en el hombro, ya está en planta tras ser estabilizado en la UCI. El otro se recupera de las heridas que los perdigonazos le causaron en las manos.