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Un Montón de preguntas por hacer
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Un Montón de preguntas por hacer

Actualizado 11/08/2018
Tomás González Blázquez

Un Montón de preguntas por hacer   | Imagen 1

"No soy partidaria del vientre de alquiler porque no soy partidaria de un contrato que establece el intercambio compra-venta de un ser humano, de un niño. Defender los derechos de infancia y de las mujeres es que no se comercialice con sus vidas".

¿Las mujeres de 16 a 18 años en riesgo de maltrato familiar podrán volver a abortar sin el conocimiento de sus padres? "Claro, me preguntan por una ley de la que fui ponente, por lo que mi conocimiento es absoluto. Hay que ver cuántos grupos parlamentarios están en nuestra tesis de 2010, para intentar recuperar ese bocado que se dio a las mujeres más jóvenes. En mi tesis está defender los derechos sexuales y reproductivos, y siempre en las mujeres más vulnerables, en desarraigo, desamparo o riesgo de maltrato. Preguntaré su opinión a los grupos parlamentarios".

En la misma entrevista concedida al diario El Mundo, la ministra de Sanidad, Carmen Montón, despachaba hace unos días estos planteamientos: no a la gestación subrogada, sí al aborto que considera un derecho; no al comercio con la vida humana, sí a postergar el derecho a la vida frente al derecho "sexual y reproductivo".

En esta columna ya me he manifestado en numerosas ocasiones al respecto, cuando no sostenía la cartera ministerial esta médica valenciana que decidió especializarse "en género", sin duda un ámbito mucho más afín a su vocación política que a su vocación médica no desarrollada. Y desde "el género", esa ideología tan vacía y tan trasnochada con todo lo moderna que pueda parecer a sus entusiastas, viene desempeñando tareas de gestión sanitaria. Desde el género se llega a sostener el aborto como derecho, cuando bien vale para aborrecerlo y abolirlo el mismo argumento que utiliza contra la gestación subrogada.

Otra de sus obsesiones es el sector privado. Llega uno a pensar a veces que "lo privado" obedece a una especie de invasión de marcianos que corresponde atajar a toda costa para defender la supervivencia de la humanidad. Pero no, lo privado responde a la iniciativa de personas que emprenden, que apuestan por montar un instrumento para ganarse la vida, que se agrupan para hacerlo, o que buscan inversiones de otros, y que ofrecen unos servicios. Puede gustar más o menos lo que ofertan, cómo se anuncian o quiénes son, pero demonizar la sanidad privada, o renunciar a los posibles beneficios mutuos de una eventual relación con la pública, o rasgarse las vestiduras porque se recurra a una empresa externa para que asuma determinadas funciones, antepone otra vez la ideología al bien común.

Estuvo bien la ministra cuando sacó a relucir su preocupación por la epidemia del suicidio, a la que su campaña pro-eutanasia, por otra parte, no hace sino dar alas ("porque la propiedad de la vida también implica poder decidir cuándo se termina", afirmó en otra respuesta). También le preguntaron sobre vacunas (¡no hay todavía un calendario nacional!, mas no debe preocuparles), sobre homeopatía, sobre paliativos, sobre objeción de conciencia de los farmacéuticos ("No": ¿cómo dudarlo?). Pero no pareció de interés para los entrevistadores el grave problema de la carencia de médicos de atención primaria y otras especialidades en España, la que hay y, sobre todo, la que habrá. Ni demandaron explicaciones sobre la realidad paradójica de que hay licenciados en Medicina que no pueden acceder a especializarse por la vía MIR, con lo que se genera un parón en su formación o se les invita a salir en búsqueda de otras expectativas. Quizá por no haber atravesado ese camino la señora ministra está menos sensibilizada, pero la universalización real de la asistencia sanitaria pasa primero por la existencia de profesionales que puedan brindarla. Bien haría en marcársela como prioridad. Ojalá lo haga y tenga éxito, pese al escaso margen de maniobra que le queda en España a quien ocupa un ministerio tan fundamental y tan diluido por la misteriosamente idolatrada y tristemente intocable descentralización de la Sanidad.

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