VALERO / El grupo de Teatro 'Lazarillo de Tormes' representó su conocida obra en el marco del conjunto de actuaciones de la Diputación de Salamanca
A veces no se sabe bien de dónde viene. La ciencia puede explicarlo con datos objetivos. El sol sobre nuestras cabezas hace sencilla la constatación de su existencia. Incluso los progresos de la Humanidad la convierte en mágica cotidianeidad. La luz nos envuelve, pero ni todos la ven, ni se encuentra en todas partes. Hay seres que la irradian, y otros que saben donde encontrarla, como bien lo explicara Platón en su mito de La Caverna.
Bajando por una sinuosa carretera que en la zona se conoce como el Camino de los Trasiegos, encontramos un pueblo donde la noche llega antes, porque el sol desaparece de su vista por entre las cumbres que le rodean. Allí abajo, en el hondo valle, Valero se ha dedicado durante mucho tiempo a compartir con las abejas el fruto luminoso y exquisito de su trabajo, la miel.
Se cierra el mes de julio, y este pueblo lo hace recibiendo un montaje teatral que sin duda se acerca a muchas de las singularidades que la localidad guarda. Durante la primera semana de agosto abre sus puertas para regalar en su "Fiesta de la Colmena" el producto que ha hecho posible su prosperidad, esa miel llena de propiedades que encierra en sí una particular belleza que la caracteriza. 'Teresa, la jardinera de la luz' llega también para compartir con estos vecinos una historia que, como la suya, no necesita de más adornos que la evidencia que muestra todo lo que la rodea. El grupo teatral 'Lazarillo de Tormes' sabe hacerlo en un montaje que la Diputación sigue ofreciendo a sus pueblos deseosos de conocer un trabajo que brilla desde sus inicios con luz propia.
Antes de que Teresa de Jesús viniera al mundo, los habitantes de Valero ya contaban con su iglesia de La Asunción, que modestamente escondida entre sus casas. El retablo de su altar Mayor guarda la imagen de la virgen de la Asunción, que "soporta" sobre su cabeza la muerte de su hijo, al que Dios padre parece bendecir desde lo más alto del tímpano. Abajo unas monjas carmelitas con sus rudos hábitos tratan de explicar a un enviado de la Inquisición cuan equivocado está el varonil mundo del XVI, que quiere juzgar y condenar a una Teresa, que ha iluminado sus vidas y entendimientos con la fuerza y resolución de un corazón profundo que brilla con el amor de un Hombre divino.
Frescura interpretativa que se traduce en unos rápidos y agudos diálogos, que se van ensartando con pequeñas perlas como son los poemas de la madre, la locuacidad epistolar de ésta, o la narración de su vida de fundadora de conventos por esos caminos y que tan plagada de anécdotas se relata. Y en la escena en que se convierte el altar, el tiempo pasa rápido a la vez que se ralentiza por la universalidad que de Teresa emana con una luz aplaudida una vez más por unos espectadores, que al son de la música renacentista del órgano del maestro Salinas tiene dificultades para volver al momento actual que podría seguir siendo el de esta sorprendente mujer. Y esto es lo que ante todo 'Lazarillo de Tormes' se ha encargado de dar a conocer gracias a la puesta en escena de 'Teresa, la jardinera de la luz', que desde ahora recordarán en Valero como algo tan fuera de lo normal como lo es su rectangular plaza de toros donde cada año celebran a su venerado san Valerio. Y al mirar a ese cielo tan alto que les cobija, recordarán a un espíritu que también lo hizo para ser tan libre como las águilas que sobrevuelan el valle.