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El banco de mi padre
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El banco de mi padre

Actualizado 27/07/2018
Mercedes Sánchez

Han operado a mi padre. Por suerte todo ha ido bien y, a pesar del miedo y la tensión que se pasa, -tendemos a preocuparnos en demasía y a anticipar situaciones que por fortuna no ocurren, o que ocurren en muy contadas ocasiones-, vivimos un tiempo de calma, de lenta recuperación. Para ir cogiendo fuerza en las piernas, sol en la cara? para volver a poner el organismo en funcionamiento, damos pequeños paseos a diario hasta un parquecito cercano. Casi siempre nos sentamos en un banco a reponer energías, a tomar aliento, a veces a charlar un rato. Poco a poco se va notando el progreso, las mejillas van recobrando su sonrosado color, los pasos van siendo más firmes, las miradas se van tornando más confiadas en las propias fuerzas. Despacio, despacio, se va volviendo a la vida. Por las noches, miro a las estrellas y, como cuando era niña, busco la que más brilla, y como cuando era niña, le doy gracias a ese día, a tanto bueno como ha traído, y envío mensajes de buenos deseos para todas aquellas personas que conozco.

Revisiones. Medicaciones. Recomendaciones. Alimentos. Y mucho, mucho cariño.

Nuevos paseos. A veces descansamos en el banco, siempre el mismo, del mismo parquecito, cerca de casa. Ligera, lenta mejoría. El cariño, en cambio, no es ligero ni lento. Todo sana con amor y entrega, lo que él siempre me enseñó.

Revisiones. Medicaciones. Paseos. Llega Navidad. Mucho parquecito, poco a poco? Banco muy abrigado. El mismo banco bendito, del mismo parque, viendo la discreta mejoría, la recuperación de peso, el aspecto, la energía.

De pronto ocurre lo que no se espera, lo que no está previsto, lo que ya no se piensa cuando todo sale bien.

Cada vez que paso por el parquecito, que con frecuencia es a diario, me siento en el banco de mi padre. Me siento y miro lo que él veía. Charlo con él de esto y de lo otro. Miro al horizonte del banco del parque en las distintas estaciones. Alguna noche miro las estrellas y busco la que más brilla. Le doy mensajes para todas las personas que quiero. Las estrellas suelen darme mensajes también. A veces se me caen las lágrimas. A veces lloro. A veces lloro muy amargamente. A veces miro tranquila, sentada, y veo lo que él veía.

Siempre que paso por el parque toco el respaldo del banco en el que me sentaba con mi padre. Tantas veces como paso toco el respaldo de madera de ese banco, del banco de la recuperación, de las mejillas recobradas, de los pasos más firmes, de las frases más largas, y miro alrededor, y veo lo que miraba mi padre, y veo los ojos de mi padre, y siento los besos y el profundo eterno amor de mi padre. Y respiro muy hondo. Muy hondo. Me lleno de oxígeno que me inhala mi padre. Por las noches hablo con la estrella que más brilla, que ahora brilla mucho. Cada vez brilla más.

Paso por el parque y todo está removido. Han quitado los bancos, han quitado los árboles, han quitado las plantas, las papeleras? Han quitado el banco de mi padre. Siento una tristeza que antes no sentía. Cada día que paso por el parque, hay algo desmontado, todo está cercado, operarios activos lo ocupan todo de acá para allá llevando y trayendo. Mobiliario nuevo embalado. La estrella que más brilla me escucha y me calma. También me da besos.

El parquecito de mi padre está distinto. A veces me dan ganas de tocar alguno de los bancos nuevos. No están colocados igual, ni en el mismo sitio, ahora hay más. Han instalado circuitos de actividad para los niños, y está todo precintado. No se puede pasar.

Ya han plantado árboles en el parquecito de mi padre, distintas plantas, han desembalado los bancos, han puesto caminos de albero y zonas de grava, han quitado los precintos y en el recinto de actividad hay muchos niños jugando. Paso y observo todo esto, y veo todo lo que él veía. Charlo con él de esto y de lo otro. Miro al horizonte desde el parque. Siempre miro las estrellas y busco la que más brilla. Le doy mensajes para todas las personas que quiero, y veo en ella el banco de mi padre, el banco de la recuperación, de las mejillas recobradas, de los pasos más firmes, de las frases más largas, y miro alrededor, y veo lo que miraba mi padre, y veo los ojos de mi padre, y siento los besos y el profundo eterno amor de mi padre. Y respiro muy hondo. Muy hondo. Llena de oxígeno que me inhala mi padre. La estrella es siempre la que más brilla. Y cada vez brilla más y más.

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