El día en que se vuelva a contar con la gente, en cuales son sus inquietudes, en conseguir escuchar de primera mano sus demandas, ese día la comunicación política entrará de nuevo a participar en el camino del emisor y del receptor de un mensaje, un mensaje que hoy en día no encuentra su sitio y que está totalmente perdido.
Vivimos en una constante digitalización del ocio, de la diversión, de hacernos la vida más fácil mediante conceptos como móvil, Apps, Whatsapp, mail, web, tour virtual, y así hasta un sinfín de terminologías que a modo de resumen podríamos decir que son innovaciones tecnológicas para que la comunicación sea más rápida, más intuitiva y, sobre todo, más accesible desde cualquier lugar del mundo y en todo momento.
Hay más ejemplos o herramientas dentro del marketing político que podrían complementar estos apartados, pero sería demasiado ambicioso intentar controlar y gestionar todos ellos, es cuestión de centrarse, volver a ocupar una silla para conversar.
Esta vorágine de continua actualización, novedades de aplicaciones, de versiones cada semana, no hacen más que perder la perspectiva de donde estamos y a donde vamos, cuales son nuestros objetivos políticos. Simplemente porque no da tiempo de asumir semejante cantidad de información y mucho menos ponernos al día con todo aquello que de manera digital nos rodea.
Lo mismo le pasa a nuestro posible votante, demasiada información, demasiada confusión.
Provocar emociones
En el mundo de la política pasa lo mismo, no es una excepción, estamos en el momento de buscar algo realmente diferente, el componente emocional, algo que las tecnologías no pueden suplir como es el sentimiento por lo que podemos ver, escuchar, o transmitir con la presencia física.
Por mucho que un dispositivo o aparato pueda o quiera mostrar, un café digital no puede sustituir a un café a pie de barra, una foto de una cascada no cambiará jamás el estar cerca de ella, un tour virtual de un paisaje no puede acercarse a un paseo por ese lugar. Es aquí donde aquellos partidos y candidatos políticos que sepan conllevar los dos apartados, tecnología, cercanía y emoción, triunfarán a medio y largo plazo.
La consultoría política vuelve a trabajar con mimbres del siglo pasado, a tejer hilos en forma de estrategias donde combinan factores digitales y más tradicionales. Una combinación que no debieron perder muchos partidos y líderes políticos.
La comunicación tradicional como antaño
Últimamente hemos perdido de vista la atención personalizada, no que no se haga en su conjunto, pero sí que ha pasado a un segundo término.
Te encuentras páginas web de organizaciones políticas donde no hay un teléfono al que llamar, te derivan directamente a un formulario de contacto, por otro lado, en aquellos lugares, despachos, oficinas de políticos en las que entras y tienen una recepción, después de la atención del secretario o recepcionistas lo primero que escuchas es, tiene que hacer su petición a través de la web.
Por todo esto y más, se hace más que nunca necesario echar un vistazo a los orígenes de la forma de hacer política, el cara a cara, el contar de primera mano como ayudar al ciudadano, el que las personas lleguen a ser los principales prescriptores de la marca política. La tecnología sí, pero acompañada del sentido común, del comunicar mirando a los ojos, del "buenos días" de palabra, del "gracias" por haberme escuchado y llegar hasta aquí.
No todo es digital, no todo es a distancia, demasiadas sillas vacías.
Isaac Manuel Hernández Álvarez, consultor de Comunicación y Marketing Político