Nombres con peso político y expertos técnicos conforman un Consejo de Ministros con 11 féminas y 6 hombres, que tiene como objetivo implantar un proyecto socialista y no un equipo de transición para convocar elecciones
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha dado a conocer los ministros que compondrán su gabinete, once mujeres y seis hombres. Sánchez ha afirmado hoy que su Gobierno es un «fiel reflejo» de la sociedad española y, también, del movimiento feminista que brotó el pasado 8 de marzo y que, a su juicio, marcó «un antes y un después». El jefe del Ejecutivo ha subrayado que el suyo es un Gobierno «comprometido con la igualdad» y ha destacado que once de sus diecisiete miembros son mujeres y que otorga el peso de la responsabilidad económica a dos de ellas.
Este jueves el Boletín Oficial del Estado publicará los decretos con la estructura del Gobierno y los nombramientos de los ministros que, a las 10:00 horas, jurarán o prometerán el cargo ante el Rey en Zarzuela. Así las cosas, el viernes tendrá lugar el primer Consejo de Ministros.
No es un Gobierno para salir del paso. Pedro Sánchez lo ha dejado claro con la elección de su Consejo de Ministros. El secretario general del PSOE ha decidido rodearse de figuras sólidas, probablemente con la intención de contrarrestar la imagen de dirigente inconsistente que siempre le han atribuido sus críticos dentro y fuera del partido. El grueso de los anuncios ha tenido lugar hoy. Empezaba con el de la fiscal Dolores Delgado, que será la ministra de Justicia, y continuaba con Pedro Duque, ministro de Ciencia, Innovación y Universidades; Isabel Celaá, ministra de Educación y portavoz; Madgalena Valerio, ministra de Trabajo; Luis Planas, ministro de Agricultura; Reyes Maroto, ministra de Industria; Fernando Grande-Marlaska, ministro de Interior; Margarita Robles, ministra de Defensa, y Màxim Huerta, ministro de Cultura y Deporte.
Si la incorporación de Josep Borrell a Exteriores fue interpretada como la señal de que dará la batalla contra el secesionismo en Europa, el fichaje de la hasta ahora directora general de Presupuesto de la Comisión Europea, la gallega Nadia Calviño, lanza un claro mensaje de tranquilidad a Bruselas.
El jefe del Ejecutivo ya se comprometió en su discurso de investidura a cumplir con los objetivos de estabilidad presupuestaria marcados por la Comisión, pero con el nombramiento de la alta funcionaria -una mujer siempre vinculada al PSOE, pero con un perfil más técnico que político- redobla las garantías ante lo socios comunitarios. La credibilidad en este terreno siempre ha sido para Sánchez una cuestión importante. «Me gustaría ser recordado como el presidente que arregló la economía», dijo en una entrevista a este periódico en abril de 2015, cuando todavía sentía el estigma de la gestión de la crisis por parte de José Luis Rodríguez Zapatero.
Será la primera vez que esa área esté dirigida por dos mujeres, porque la cartera de Hacienda ha recaído en María Jesús Montero, que hasta ahora se ocupaba de esa misma materia en el gobierno de Susana Díaz. Su designación supone, en cierta manera, un gesto hacia la federación andaluza, que ya estos días había dado muestras de esperar algún tipo de reconocimiento por su aportación numérica (en votos y diputados) al partido.
Montero, poco implicada en la batalla orgánica, mantenía buena relación tanto con 'susanistas' como con 'sanchistas'. Su principal tarea será aprobar ya en julio el techo de gasto y, a partir de octubre, las cuentas públicas del año que viene. Tiene experiencia en sacar adelante presupuestos en minoría, aunque la del PSOE en el Congreso es mucho más precaria que en el Parlamento andaluz. Lo que sí tendrá que aparcar será su lucha por la reforma de la financiación autonómica. El presidente del Gobierno ya admitió que no hay «mimbres» para abordarla en esta legislatura.
Sánchez tiene claro que probablemente lo más difícil de su etapa en la Moncloa será hacer frente a las enormes expectativas generadas por su designación. La aritmética parlamentaria no ha cambiado y necesitará una mezcla de capacidades técnicas y experiencia política para lidiar con la situación.
Prioridades
Como vicepresidenta contará con Carmen Calvo, algo que apuntaban la mayor parte de las quinielas. La exministra de Cultura, a la que hace unos meses encomendó la tarea de ejercer como portavoz del partido los viernes, para competir con el Consejo de Ministros, fue la encargada de negociar con Soraya Sáenz de Santamaría y su número dos, José Luis Ayllón, los términos de la aplicación del artículo 155 en Cataluña. Quizá es el nombre al que más reticencias ponen los críticos, pero Sánchez confía en ella ciegamente. Será, además, la responsable de Igualdad, una decisión cargada de simbolismo político.
El líder de los socialistas también incorpora al Gobierno a su secretario de Organización, José Luis Ábalos, que ocupará la cartera de Fomento sin abandonar sus responsabilidades en el partido. Algunos socialistas creían que el valenciano sustituiría a Margarita Robles -que hasta hace un año carecía de experiencia parlamentaria- como portavoz en el Congreso. El día a día en la Cámara baja va a ser duro para el PSOE y en el grupo creen que hará falta alguien con habilidad para enhebrar pactos, piel dura para aguantar cuchilladas y capacidad de adelantarse a las trampas de la oposición. La situación, dicen, es similar a la de 2004. Entonces, Zapatero recurrió al experimentado Alfredo Pérez Rubalcaba. Ahora, sin embargo, Sánchez se apoyará en una mujer joven de su máxima confianza que ya rechazó ejercer el cargo tras la victoria en las primarias de 2017, la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra.
Otro nombramiento con carga política es el de la actual consejera valenciana de Sanidad, Carmen Montón, que se ha distinguido por su lucha sin cuartel contra el modelo de privatización de la gestión hospitalaria puesto en marcha por el PP. El lunes ya se conocieron más nombres que también dan una pista de dónde pone Sánchez el énfasis. La creación de un ministerio de Energía y Medio Ambiente, dos carteras que jamás habían correspondido a una misma persona -en este caso, a otra mujer con experiencia en la negociación internacional, Teresa Ribera- es significativa. La intención de otorgar a la catalana Meritxell Batet Administraciones Públicas habla de la ambición de recomponer la relación con la Generalitat .