Una especie de tormenta perfecta, política y atmosférica, ha caído sobre nuestro herido país, con unas consecuencias futuras muy positivas para la mayoría y una catástrofe para una minoría dueña de casi todos los poderes y propiedades.
Lo curioso de esta tormenta es que llega cuando la sociedad española está ya inundada de conflictos, de pobreza, de confusión y enormes lagunas en la educación, en la sanidad, en la cultura?y no digamos en la cantidad y dignidad del empleo. Incluso en la esperanza y en el deseo de libertad la sociedad española está malherida. Pero "¡sí se puede!" gritaba el grupo más joven del Congreso cuando la votación sobre la moción de censura finalizó favorable al cambio de gobierno.
El PNV nos tuvo tensos y expectantes a millones de españoles que no teníamos nada claro que sus cinco diputados no fueran a abstenerse o a votar a favor del partido del gobierno. Su anuncio de que votarían afirmativamente fue el último trueno de esta tormenta vivificadora sobre nuestra Patria. El primer trueno, el que anunció el inicio de la tormenta, fue la sentencia sobre el caso Gürtel que señala al partido gobernante como un grupo de prácticas corruptas generalizadas y con muchos de sus miembros con condenas carcelarias. Luego le siguió la lluvia de palabras (palabras, palabras?decía el joven Hamlet?) dentro del Congreso, hasta que el "gran jefe" se ausentó desde el mediodía del jueves hasta las diez de la noche. Durante su ausencia la gran pregunta que recorría la geografía española era ¿dimitirá antes de la votación? Y ¿dónde estará, dónde se habrá ocultado? ¿Tan enfadado está con el Congreso?
Llegó al Hemiciclo el viernes por la mañana, justo antes de la votación. Él y su grupo político, no acostumbrados a perder nunca, quizás les dominaba la fantasía de que podía ocurrir algún milagro de una de esas vírgenes a las que varios de sus ministros han condecorado o invocado repetidas veces para resolver graves problemas de la nación. Pero el milagro no se produjo: 180 síes, 169 noes. Y un diputado que se equivocó, a uno que le salió un sí espectacular, cuando estaba determinado por su grupo un no; este acto fallido de este diputado, se ha convertido en el símbolo de la confusión, de la desorientación de una parte no pequeña de la sociedad española: piensan una cosa, pero dicen otra o quisieran decir una cosa y están obligados a decir otra. Como todos esos periodistas de la TVE, vestidos de negro todos los viernes, incluido el VIERNES DEL CAMBIO, pidiendo, exigiendo, libertad de expresión, objetividad en su papel de informadores veraces de lo que acaece. Se merecen un sonoro ¡¡¡viva!!!
La semana del 28 de mayo al 2 de junio quedará en la Historia de España como la del nacimiento de esa otra España, la que no hiela el corazón de los españolitos que vienen al mundo. Los campos están verdes, inundados de flores, las aves cantan de la mañana a la noche y las noches, aunque frescas, ya no matarán de frío a ningún niño. Al menos, con otras palabras, eso es lo que ha prometido el nuevo Presidente.
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