VILLANUEVA DEL CONDE | En el marco del convenio establecido con la Diputación Provincial con motivo del Año Jubilar Teresiano, el grupo Lazarillo realizó una nueva representación sobre Teresa de Jesús
Dicen de Villanueva del Conde que es el pueblo de las tres mentiras, pues ninguna de las cosas a las que alude su topónimo es cierta. Y sin embargo es uno, si no el que más, de los más auténticos pueblos de la provincia de Salamanca. Su particular distribución urbanística que fomentó su original modo de vida, volcado en los cultivos, es algo inédito en el resto de pueblos europeos, y ha propiciado su nombramiento como Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico-artístico, denominación que se nos antoja escasa por todo lo que en sí esta población encierra empezando por ella misma. No ha necesitado de murallas defensivas, pues sus propias casas han sido los muros que abrazan su modus vivendi y sus callejitas internas, las vías de comunicación entre sus vecinos y sus huertitas.
A veces son las historias fraguadas a lo largo del tiempo las que dan forma a lo que en ellas se relata, en ocasiones acertadamente, en otras desvirtuando hechos y personajes que dan lugar a leyendas más que a realidades, porque una situación puede depender de los deseos y circunstancias ajenas a ella. La aldeíta que fuera Villanueva allá por la Edad Media estaba bajo la jurisdicción de los condes de Miranda, y nombrada villa en el XVIII, los siglos transcurridos por ella no parecen haber hecho mella en la juventud de su nombre. También a una monja carmelita del XVI, Teresa de Jesús, se la acusó sin piedad de visionaria y mentirosa, por salirse del molde de lo que las estructuras de aquella época esperaban de ella. Pero fue tan sincera y auténtica que ha llegado hasta nosotros como lo que era, íntegra.
Cuando en una hermosa tarde de mayo y aquí el tópico se impone por la belleza que el entorno ofrece, llega hasta Villanueva Teresa, la jardinera de la luz de la mano de la Diputación salmantina, la analogía entre ambas parece insoslayable. Lo que nos cuenta esta obra no es otra cosa que una manera de avanzar en la vida conservando fuertemente los valores interiores que impulsan la existencia y crear caminos de comunicación que lleguen a los demás. No hay nada de lo que defenderse, sólo mantener firmemente lo propio frente a las amenazas de un mundo que quiere imponer sus criterios. Realmente esta fue la esencia de la vida de Teresa de Jesús, mujer que abrió puertas a la convivencia e igualdad y las cerró en torno a los suyos para defenderlos de abusos que amenazan la libertad. En la renacentista época del XVI en la que viviera, una estructura urbanística como la de Villanueva era vista como un claro prototipo de población que favorece la convivencia de sus vecinos, amén de mantener la salvaguarda de la identidad. Teresa peleó denodadamente para que esto se produjera dentro de los muros de sus conventos ya que sus propios coetáneos vivían dentro de una estructura social donde la elección personal no tenía cabida.
Ignorando criterios externos dio a conocer otros internos que daban libertad en nombre del Dios en el que creía. 'Lazarillo de Tormes' grupo teatral que nos hace llegar la vida y obra de esta mujer a través de Teresa, la jardinera de la luz también creyó en ella, y la ha entendido, al igual que lo es Villanueva del Conde como un auténtico conjunto histórico-artístico, pues en ella se resumen todos los valores del ser humano además de los dones útiles para conseguir que la vida fluya en las mismas condiciones para todos. Por eso los habitantes de este pueblo que tanto han luchado porque fueran reconocidas sus inigualables riquezas, que mucha admiración suscitan fuera de nuestras fronteras, recogen al cabo de los siglos sus merecidos frutos, igual que la carmelita del XVI ha sido valorada con todos los honores por los hombres de la Iglesia e intelectualidad. Nunca es tarde.
Siguiendo de nuevo un estilo de representación sin parangón como es hacerlo en el escenario que ofrece el altar de cualquier iglesia, la parroquia de san Sebastián y san Fabián, patrones de Villanueva, abrió sus puertas desde un atrio que ha conformado la Plaza del pueblo, para dar cabida a un grupo de monjas y a un Inquisidor, que enfrentados, dibujan ante nosotros el perfil desconocido de una mujer que viajó por su tiempo y por el tiempo para llegar a la actualidad con indudables visos de modernidad. Canciones y música renacentista llenaban un templo de planta basilical, que en esta ocasión ofreció a 'Lazarillo de Tormes' un espacio distinto a la vez que compartido, porque no sólo acogió a público y actores, sino también la magnífica exposición 'Crvcifixvs', que ha recogido un grupo de imágenes de Cristo ubicadas en los distintos humilladeros de la Sierra de Francia, y que parecían homenajear la fidelidad que una monja tuvo a un Cristo en cuya vida y muerte creyó.