Charo Ruano se da brillo de labios a escondidas antes de sentarse. (¿Será que ignora que brilla siempre? Porque las palabras que enhebra, su poesía, la que lleva tan dentro y vuelca en un libro, perfuma el ambiente y nos llena a todos de frescor o de dudas y la hacen brillar por dentro). Esa Charo que a menudo se envuelve en tela vaquera, como se envuelve un sencillo regalo cuyo enorme valor está en el interior, y siempre se remanga, será, pienso, por si llega la inspiración y tiene que tomar unas notas? La que hace unos días, en Manolita Café y aquí mismo, en medio de la Plaza, en la que cayó la luna, decía Y si la noche no espera? Un libro lleno de belleza, de "manchas" de Juanvi Sánchez, y de blancos? Muchos blancos, para reposar los versos y los sentimientos que Charo Ruano despierta, para respirar su poesía, que todo lo llena. La misma Charo que hoy se sienta, digo, y empieza a presentar el libro de Charo Alonso, desplegando un abanico de sabiduría que la hace pasar, como de puntillas pero con la fuerza que transmite, por la historia del cuento, que no obtuvo un Premio Nobel hasta 2012 (Mo Yan), y 2013 (Alice Munro).
El cuento, dice, no necesita de Premios Nobel: tiene suficiente tradición. Y así habla de los juglares, y de que "pasa por épocas oscuras pero siempre sigue ahí". Cita, entre otros, a Antonio Pereira, Horacio Quiroga, Rafael Pombo, José María Merino, Enrique Vila-Matas, Javier Marías, Ignacio Aldecoa. También ensalza el papel de la mujer como gran cuentista, la mayor transmisora de historias y relatos desde siempre. Mujeres que ya gozan "con un gran hueco en el mercado que nadie les arrebatará, porque tienen tanto guardado y tanto que decir?", destacando a Cristina Fernández Cubas, Lucía Berlín (Manual para mujeres de la limpieza), Lydia Davis, Valeria Correa Fiz, Mariana Torres, Luisa Valenzuela, Mariana Enríquez, Maeve Brennan (Las fuentes del afecto), y un largo etcétera, en el que incluye a Charo Alonso con su columna "El patio de mi casa" en este mismo diario. En la novela, asegura la presentadora, no puede sobrar nada, y en el cuento no puede faltar nada. Y según alega, Charo Alonso en sus relatos "toca todos los palos de la escritura", comparándolos con las Retahílas de la salmantina Carmen Martín Gaite.
Y así es. Charo Alonso comienza a hablar diciendo que en Retazos del natural, ha logrado unir una serie de "retales, que son más humildes", "como un ramillete de flores de cuneta" y ofrecernos este libro lleno de belleza, porque al escribir, dice también, suturamos corazones. Su capacidad no deja de sorprender a quienes seguimos sus relatos. Porque escribir, es hacer estremecer como nos estremecemos cuando leemos los feminicidios de Ciudad Juárez, o ironizar y sacar una sonrisa en Cóncavo y convexo, o disfrutar con la poesía que vierte en Escriben en tu espalda con dedos de sangre. Charo sobrehíla los flecos de vidas pinchadas con alfileres, de vidas rasgadas como telas rasgadas en Amerricano? Un libro que, tras ver la preciosa portada diseñada por Carmen Borrego con la máquina de coser que le regaló su padre y ese sonido de fondo, yo quería leer con avidez, y que tengo que dejar reposar tras cada relato, para digerir y asimilar, para paladear como un buen vino. Entonces, eres sabia cuando bebes la savia de Charo y aprendes que dosificar es la única manera de disfrutar.
Ella, Doctora por la Universidad que cumple 800 años en esta Salamanca letrada de la que presume, se dedica en cuerpo y mucha alma al estudio, que es primero en España, de la totalidad de la obra de Elena Poniatowska, una princesa polaca que cambió la ciudad donde nació, París, por su vida en México y quiso pertenecer al común de los mortales trabajando como periodista y escritora, obteniendo entre otras muchísimas distinciones y reconocimientos el Premio Cervantes (2013). Tras un ensayo sobre el dramaturgo de Veracruz Hugo Argüelles (2003), Charo publicó una biografía novelada titulada Dama Luna (2015), que dedicó a una mujer que hizo historia adelantándose a su tiempo, Inés Luna Terrero. Dicho libro desentraña los últimos momentos de enfermedad de la protagonista y se va adentrando en su vida con tal maestría y prosa poética, tan llena de belleza, que retrata a una mujer valiente, polémica, plena de energía y vitalidad.
Tras un ir y venir acelerado entre los distintos puestos de esta Feria del Libro y yendo a tantas actividades como he podido asistir, dejo mi Salamanca durante unos días tirando de una maleta llena de libros. Apenas ayer "soltaba de la mano" a un Manuel Vilas que hizo las delicias de todos los asistentes en un recorrido por unos años en blanco y negro que con distintas anécdotas llenaba de humor y mucho color amarillo: Ordesa. Y hoy, doy la mano al buen hacer de estas dos Charos. Ruano, que se envuelve, a veces, en tela vaquera y siempre en poesía, y Alonso, que sigue a su flequillo y a su bolso corriendo a todas partes. Un bolso lleno de vida. Lo que nadie sabe es que su flequillo tiene una antena especial para detectar personas e historias sobre las que escribir. Porque? Ya se lo dice su madre: "No le digáis nada, que lo escribe".
Reportaje fotográfico: Carmen Borrego
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