Sostiene Ernesto que los bajitos suelen ser arrogantes, mas no soberbios, puesto que la soberbia es hermana de la prepotencia y prima de la vanidad, y los bajitos no tienen tanta familia. La soberbia suele darse en hombres poderosos, bien situados social y económicamente, que creen que todas las mañanas se levantan y le dan cuerda al Mundo para que funcione, porque si se les olvidara hacerlo, se pararía. Aunque también se da en personas que ocupan pequeños cargos oficiales, jefecillos de poca monta o empresarios de medio pelo, que en el devenir diario tratan con gentes sencillas, cuando no menesterosas, y se inflan como sapos porque se piensan superiores a los demás, es entonces cuando les nace una soberbia cutre, hija de la inseguridad, que trepa hasta el cogote agarrotándoles la nuca y obligándoles a echar hacia atrás la cabeza. Ni mucho menos en estos casos se trata de soberbia encubierta, sino de imbecilidad manifiesta. Tampoco consideramos soberbios a los que tratan de aparentar, a esos "fantasmillas" que andan por la vida presumiendo y exagerando de lo que poseen y, en demasiadas ocasiones, de lo que nunca han tenido y en lo más íntimo desean. De ningún modo lo son los egocéntricos, egoístas y demás individuos del "to pa mí que me lo merezco", que de tanto mirarse el ombligo terminan creyendo que su vida es espectacular y fuera de lo corriente, más o menos el centro del Universo, e ignoran o desprecian la vida de los demás por monótonas y faltas de interés, convirtiéndoles en público de la obra de teatro que han montado con sus vidas. De ningún modo podemos incluirlos en el exclusivo grupo de los soberbios, sino en el de los malos actores porque necesitan espectadores para que exista su farsa, y los soberbios no precisan de los demás seres humanos; se bastan y se sobran ellos solos. Por supuesto también descartamos categóricamente a los pedantes, presumidos y relamidos. Entonces? ¿quiénes son los soberbios? Es relativamente fácil encontrarlos entre los políticos de alta posición, que sacrifican su vida al servicio del pueblo; en las altas jerarquías de todas las iglesias del Mundo, probablemente porque están en contacto directo con su Dios; más sencillo todavía es verlos entre los gerifaltes de las entidades bancarias; en los altos cargos militares y, en definitiva, entre los prohombres de la patria, de todas las patrias. El ejemplo gráfico más revelador de los últimos tiempos fueron las imágenes de Donald Trump con el papa Francisco en la visita del financiero estadounidense al Vaticano. La soberbia tenía un rostro y la humildad otro. Aunque los años y la vida nos han enseñado a desconfiar de los extremos? y de los axiomas inamovibles.
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