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De monjas y molineras
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en la parroquia de la Asunción

De monjas y molineras

Actualizado 26/03/2018

MONLERAS | El grupo de teatro 'Lazarillo de Tormes' representó la obra de Denis Rafter, 'Teresa, la jardinera de la luz'

Este Domingo de Ramos del 2018 recibió Monleras a Teresa, la jardinera de la luz. Voces populares dicen que el nombre de este pueblo salmantino ubicado en Tierras de Ledesma y próximo a Zamora, está en la palabra 'molineiras' o molineras por la gran cantidad de molinos que en otro tiempo tuvo y porque casi siempre eran mujeres las encargadas de ellos. La molineira era una forma de trasvasar el agua de forma artificial desde una fuente o corriente de agua hasta el molino que transformaba el trigo en harina para fabricar el pan. Trabajos duros y cotidianos que a lo largo del tiempo dejan en las poblaciones huellas de otro tiempo. Son sencillas historias muchas veces sustentadas por mujeres.

Un recorrido por este pueblo nos da constancia del mimo con que sus habitantes han procurado preservar sus 'joyas históricas' orgullosos de su época y tradiciones. Algún molino conservado, los lavaderos donde se hacía la colada aún en el rigor de los inviernos, o sus casas flanqueadas de cuadras y pocilgas son claro ejemplo de ello. Pero al observar también el mimo y elegancia con que se ha transformado la antigua panera en un restaurante de exquisita gastronomía, o el premio recibido de manos de la Junta de Castilla y León por la restauración del Anfiteatro que el pueblo conserva, dan idea de la importancia del trabajo en equipo de unas personas que han conseguido hacer de su pueblo algo vivo que poder compartir.

En el ambiente tanto festivo como religioso que envuelve al Domingo de Ramos, tuvo cabida también la puesta en escena de Teresa, la jardinera de la luz a la que de forma tan profesional nos acercamos de la mano de 'Lazarillo de Tormes'. Esta obra encierra en sí misma todo lo que la vida de una persona puede descubrirnos, con sus luces y sombras, sus méritos y flaquezas, sus aspiraciones y cansancios. Y esto fue lo que Monleras contempló asombrado en el altar mayor de su parroquia de la Asunción en día tan señalado. Y lo fue no sólo porque este particular domingo reúne a gente de todas las edades, para recordar en unos casos sus tradiciones, en otros sus creencias religiosas, o incluso sus manifestaciones artísticas, sino porque también en esta ocasión asistió asombrado a otro escenario teatral hasta entonces desconocido por un pueblo para el que el teatro tiene mucho que decir.

Una magnífica talla de un Cristo de madera policromada que data del XIV, fue testigo de excepción de un montaje escénico donde un guión escueto y maravillosamente bien hilado da cuenta de la vida de Teresa de Jesús desde su perfil más desconocido, el de mujer. La simbiosis conseguida dentro del templo que guarda huellas de distintos siglos, y este montaje teatral que parecía añadir la guinda perfecta a la creación humana en forma de palabra y música, nuevamente llegó a unos espectadores que en este caso saben bien del valor que hay en apostar por la cultura, por el teatro en particular y sus riquezas de tantos siglos de historia en general. Y la luz una vez más iluminó la oscuridad de un púlpito dominado por un hombre que se pone a los pies de unos hábitos de monjas que son el reflejo de la vida y obra de una mujer tan excepcional como desconocida hasta ahora.

La fuerza de la palabra y la belleza y elegancia en la representación de Teresa, la jardinera de la luz volvió a llenar un espacio escénico que siempre es distinto y siempre es el mismo. La sencillez de la vida conventual de Teresa, la simpatía de sus hermanas recordando las fundaciones de sus conventos, a pesar de la lucha detrás de cada uno de ellos, y la inteligencia y altura doctrinal de esta carmelita, tanto con su lírica, epístolas o libros de formación humana y teológica, fue lo que conmovió a Monleras. Su público se admiró a la luz del espíritu de una nueva Teresa, que llega como un Nazareno, al que ella tanto amara, sobre un burrito que a pesar de tener que recorrer un camino largo y duro, peligroso y lleno de necesidades humanas, alcanza metas bien altas. Y es que por mucho que se intenten sumergir puentes que comunican fronteras y gentes como le pasara a Monleras con el famoso embalse de La Almendra, la lucha y el trabajo para conseguir un lugar para todos acaba teniendo su recompensa. Las palmas de este domingo de Ramos se convirtieron en los sonoros aplausos con los que los espectadores de Monleras aclamaron a Teresa, la jardinera de la luz.

www.lajardineradelaluz.com

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